08/May/2024
Editoriales

ARTE Y FIGURA 27 07 23

Continuamos con Libro “Antonio Bienvenida, El Arte del Toreo”, por José Luis Rodríguez Peral

     Pancho Flores

 

Hijo de padres que emigraron de México, creció en Chicago, donde tomó cursos en una academia de arte. Sin embargo, con tan corto tiempo de estudios, de él puede decirse que fue un autodidacta auténtico. Regresó a México al principio de la década de los cuarenta, cuando la guerra mundial hizo aún más difíciles las condiciones de vida de los millones de mexicanos que habitan esa inmensa ciudad.

 Era muy joven, y de inmediato empezó a trabajar como colaborador en una revista de historietas que entonces tenía gran difusión entre niños y adolescentes principalmente. De quienes vivieron esa época, pocos habrá que no recuerden el Chamaco Chico, donde Pancho Flores causó sensación con dos historietas: “Gitanillo” y “Noqueador de Barrio”, los cuales no sólo ilustraba con su incomparable estilo de dibujante, sino además ideaba el argumento y los diálogos.

 De este modo, los muy jóvenes se conmovían con las aventuras de “Gitanillo”, quien alternaba su lucha para llegar a figura de los ruedos con graves problemas de conciencia al no acertar a decidirse entre Carmen, una muchacha morena de idéntica condición a la suya, y Delia, una rubia de familia adinerada que habitaba una casa con alberca y frontón, donde el personaje hacia ejercicio para reponerse de terrible cornada.

 En otro argumento, un veterano entrenador de boxeadores encuentra a un joven con madera de ídolo y lo encamina hacia el campeonato, gracias a sus grandes conocimientos, cuando se entrar que el principal competidor en estas aspiraciones es su propio hijo, a quien nunca conoció.

 Por estos años, Poncho encuentra a Antonio Narvarte en una cantina del centro de la ciudad, y fue él quien lo llevó al taller del Maestro Ruano Llopis, donde pasó nada más que algunas horas observando sus cuadros y la técnica que empleaba para el uso del color. Poco después Pancho empezó a pintar.

 Uno de sus primeros trabajos fue un cuadro de considerables dimensiones representando a Lorenzo Garza vestido de rosa y oro, que se encontraba en la sala de redacción del diario Esto, donde Pancho trabajaba ilustrando con sus apuntes las crónicas de las corridas y las vueltas ciclistas al centro de la República.

 Siguieron infinidad de cuadros y dibujos taurinos. Durante una temporada, también escribía sus impresiones en lo que había visto en el ruedo.

 Con un espíritu y medios de expresión en la línea de Goya, siempre supo encontrar la esencia del sentimiento popular. Al morir, cuarenta años después de haber regresado a México, queda para la historia otro artista genial que encuentra en el espectáculo taurino los motivos para manifestar sus emociones.

 

Continuará… Olé y hasta la próxima.