28/Apr/2024
Editoriales

El alfiler

Etimológicamente Alfiler viene del término árabe ‘hilal’ y la anteposición del artículo al, que significa ‘astilla aguda usada para prender las piezas del vestido’. El alfiler es uno de los primeros inventos útiles del hombre, y hace unos diez mil años se hacían con espinas de pescado o astillas de madera. La ancestral cultura de los sumerios los fabricaba de hueso y de hierro; hacían agujas con ojo para coser y alfileres con cabeza. De aallí salió al mundo de babilonios, persas, asirios, indios, chinos y egipcios de la antigüedad y, dependiendo de cada cultura se fabricaban en diversas modalidades. En la Era de los Metales se hacían de bronce o de hierro, pues se ha encontrado una gran cantidad de alfileres en excavaciones arqueológicas en casi todo el mundo. 

Los griegos y sus sucesores romanos los usaban como sostén de las túnicas a la altura del hombro. En la útima cultura (Romana) aparecieron los Alfileres de Marfil de hasta quince centímetros que las mujeres portaban como adorno del vestido. Los fenicios fabricaban grandes alfileres de oro con la imagen de una diosa alada, y los egipcios hacían verdaderas joyas con un arte exquisito, encontrándose piezas muy valiosas en oro, plata y marfil. Hay obras poéticas latinas que insinúan que los alfileres griegos y romanos tenían una pequeña cavidad para alojar un poderoso veneno. Se utilizaba también como instrumento de tortua, como el caso de Flavia, la mujer del emperador Marco Aurelio que cuando tuvo en sus manos la cabeza del orador Marco Tulio Cicerón ya muerto y decapitado, le acribilló la lengua con un alfiler grande para desahogar su coraje por lo que había dicho de ella. Cuenta Lucio Apuleyo que una dama romana vengó la muerte de su esposo atravesando con sendos alfileres los ojos de su asesino. Aunque también sirvió el alfiler para alojar en su interior esencias y perfumes. En la Edad Media, se estipulaba la cantidad de la asignación económica del marido a la mujer en función del precio de alfiler, llegando a llamarse “dinero de alfileres”, y alcanzó a ser pieza capital en el ajuar de las desposadas, pues funcionaba como inversión especulativa. Fue tan grande su fama de artículo de lujo, que se cobraba un impuesto sobre los alfileres. A finales de la Edad Media -entre los siglos V y XV-, el gobierno inglés controló su comercio para frenar la especulación en su precio. En aquel momento las mujeres corrían a comprar alfileres en un fenómeno como el actual de los llamados “martes de verduras” que las amas de casa corren a comprar esos productos alimenticios. Pero la modernidad llegó y en el siglo XIV se inventó el sistema de estiramiento del alambre abaratando su producción. Un poeta español de la época escribió:

Catalina, rosa fina:                                                                                                                     

Dame un alfiler de amor,

Para sacarme una espina  

Que tengo en el corazón