Editoriales

El carácter de Abraham Lincoln

Abraham Lincoln, nacido en 1809, hijo de pioneros norteamericanos cuáqueros es un gran personaje en Estados Unidos y en el mundo. Vivió la pobreza junto a su hermana Sarah, y ambos vieron morir respectivamente a su hermano Thomas, a su madre Nancy, a un tío y a una tía cuando el joven Abraham no había cumplido 9 años de edad. Y antes de cumplir los 18 años murió su hermana Sarah. Tuvo una novia a la que amaba, su primer amor antes de Mary Todd, pero  murió en 1835.

Mary Todd, por cierto, en 1841, durante la celebración del inicio de año nuevo, rompió su compromiso con Abraham Lincoln, lo cual fue motivo suficiente para que AL cayera en un estado depresivo que parecía insuperable.

Lincoln le llamaba hipocondria a su afección de tristeza.

Por si fuera poco todo lo que sucedía en su entorno familiar y personal, inició su carrera política con una larga lista de derrotas, y su estatura de 1.93 metros le hacía verse más imponente sobre todo cuando iba personalmente a darse por enterado de los resultados de sus fracasos.

Tal vez los más dolorosos fueron cuando sufrió una derrota en su nominación para el Congreso en el año de 1843 y también cuando perdió la vicepresidencia en 1856.

Tuvo cuatro hijos a quienes amó muchísimo. De ellos, Edward, el segundo, murió en 1860, y William, el tercero, murió en 1862 a los 12 años de edad, siendo ya presidente de EUA.

Para sentirse mejor, Lincoln se refugiaba en unas píldoras que se conocían como “Nube Azul” que contenían mercurio, raíz de orozuz, agua de rosas, miel y pétalos de rosa secos. Según su socio en el despacho de abogados, John Todd Stuart -primo de Mary-, Lincoln tomaba esas cápsulas desde antes de irse a Washington y durante su primer medio año de presidente.

El problema es que el mercurio que contenían esas cápsulas era de una proporción colosal, pues cada pildorita tenía 65 mg, una dosis que supera en miles de veces la permitida actualmente por la ciencia médica.

En la Universidad de Boston se hizo un estudio que corrió a cargo del médico Robert G. Feldman, quien comprobó la altísima toxicidad de las píldoras, diciendo: “Sin duda el envenenamiento con mercurio puede ser la explicación de los síntomas neurológicos de Lincoln: temblores, insomnio, y ataques de cólera”.

Hay crónicas desde que Lincoln frecuentaba los juzgados litigando, que lo describen como “imponente y majestuoso en su cólera”. En 1858, durante un debate en el Congreso, se descontroló tanto que jaló a un ex asesor y lo sacudió con tal fuerza que lo hizo “castañear” los dientes.

Aún así, el alma que vivía en el cuerpo de Abraham Lincoln era poderosa y podía sobreponerse gracias a su carácter vigoroso. Llegó a ser no sólo el 16º presidente de Estados Unidos, posición de privilegio, sino que le tocó lidiar con una guerra civil, y ser reconocido como el líder más grande y humanitario de América.

Su elocuencia y talante conciliador eran enormes y ni así pudo evitar la guerra de secesión. Es recordado por haber abolido la esclavitud, restablecido la unidad nacional y orientado al país rumbo al capitalismo industrial.

Siempre me ha impresionado saber que Lincoln se oponía a la Guerra contra México, misma que terminó siendo un atraco con el botín de la mitad del territorio mexicano. Y lo mismo sucede a quien vea el talante que muestra su estatua en el monumento de Washington, DC. El artista captó y muestra en su expresión una actitud serena y firme, cuando en realidad su biografía muestra repentinos cambios de humor y periodos de profunda depresión.

No cabe duda, Abraham Lincoln es un personaje admirable.