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Cinco familias mexicanas viven en oficina en reclamo de hijos desaparecieron

Tierra Blanca .- Hace más de 15 dí­as que los padres de cinco jóvenes mexicanos desaparecidos a manos de policí­as viven en la oficina de una fiscalí­a local, instalados con colchonetas, microondas y televisión tratando de poner presión a las autoridades para que encuentren a sus hijos.

Cuando llegaron, pasaron la primera noche en vela sentados en frí­as sillas de plástico pero, con los dí­as, los angustiados padres transformaron el lugar en un campamento a la espera de noticias sobre sus hijos desparecidos desde el 11 de enero.

"Tenemos ya una casa aquí­", dice Columba Arróniz González, tratando de mantener el ánimo, mientras calienta las tortillas y sirve caldo a su demacrado esposo en el patio de la fiscalí­a.

Ambos son padres de Bernardo Bení­tez, de 25 años, uno de los cinco desaparecidos en el caso de Tierra Blanca, Veracruz (este), que se ha convertido en un nuevo sí­mbolo de las desapariciones forzadas -cometidas por autoridades- cada vez más frecuentes en México.

El caso ha sido comparado con la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa en Guerrero en septiembre 2014, cuando policí­as municipales atacaron a los jóvenes y los entregaron a un cártel que, según las autoridades, los asesinaron.

Al menos 275 denuncias por desaparición forzada han sido presentadas ante la fiscalí­a mexicana desde 2006 y hasta septiembre de 2015, según información de la dependencia.

Las cifras han escalado vertiginosamente: de cuatro denuncias en 2006, cuando el gobierno declaró la guerra al narcotráfico, se pasaron a 68 en 2014. En los primeros nueve meses de 2015 fueron 41.

Sin embargo, sólo en 15 de las denuncias se abrió un proceso judicial. En el caso de Ayotzinapa, los policí­as fueron procesado por secuestro, pero ninguno por desaparición forzada.

En Veracruz, siete policí­as estatales han sido detenidos y acusados de la desaparición forzada de los cinco jóvenes en Tierra Blanca: una chica de 16 años, Susana Tapia, Bernardo Bení­tez, José Bení­tez (24 años), Mario Arturo Orozco Sánchez (28 años) y José Alfredo González (25 años).

Los detenidos, entre ellos el jefe policial de la zona, han dicho que los entregaron a integrantes de la delincuencia organizada. Y, el sábado, el jefe local del Cártel Jalisco Nueva Generación fue detenido por el caso.

- Un fatí­dico desayuno -

Los jóvenes, todos residentes de Playa Vicente, habí­an ido de fin de semana al puerto de Veracruz (a 99 km) para festejar el cumpleaños de uno de ellos.

Tras la fiesta, el lunes 11 de enero en la mañana regresaban a casa cuando decidieron desviarse para desayunar en Tierra Blanca, explican sus familiares.

En este caluroso pueblo, cercano al Golfo de México, operan bandas del crimen organizado dedicadas a robar gasolina de ductos.

Dionisia Sánchez, madre de Mario Arturo, dice que los detuvieron por "exceso de velocidad" pero, inexplicablemente y como se aprecia en imágenes de cámaras de seguridad, dos policí­as subieron al automóvil de los chicos y a dos de ellos los metieron a la camioneta oficial antes de llevárselos.

En el transitado lugar donde fueron detenidos hay dos gasolineras y un supermercado y a 100 metros están las instalaciones de la policí­a estatal.

Trabajadores de una de esas gasolineras dicen no haberse dado cuenta, pero los vecinos comentan en voz baja que los policí­as estatales "estaban apoderados del pueblo".

Ahora, los cinco chicos se suman a los más de 26.600 desparecidos en México desde 2006.

De hecho, madres de otros desaparecidos que llevan meses o años buscando sin éxito a sus hijos llegan diariamente a solidarizarse con las cinco familias de Playa Vicente.

En su caso hubo una persona clave para ubicar a los responsables: un amigo que estaba en el supermercado vio cuando los policí­as los detuvieron.

El testigo logró hablar con José Bení­tez, quien lo tranquilizó diciéndole que se trataba de una revisión "de rutina". Pero cuando vio que se los llevaban, volvió a marcar a sus celulares. Ya habí­an sido apagados.

Los familiares se trasladaron a Tierra Blanca, iniciaron la búsqueda y denunciaron la situación a las autoridades pensando que, al tratarse de policí­as, quizás sólo los tení­an detenidos y no trataban de realizar un secuestro con rescate como hacen los criminales de la zona.

"Quizá no lograron hacerlo (pedir rescate) porque nosotros descubrimos muy rápidamente quien los habí­a agarrado", dice con pena Bernardo Bení­tez, de 54 años, que se llama igual que su hijo desaparecido.

Si hubieran sido personas del crimen organizado "hubiéramos pensado que era un secuestro pero si es de la policí­a, ¿Qué puedes pensar?", se pregunta.

Este hombre que hace siete años pagó un millonario rescate para recuperar a su padre secuestrado, que sigue desaparecido, dice que ahora está dispuesto a dar la vida para que le devuelvan a su hijo.