03/May/2024
Editoriales

La fórmula sigue siendo pan y circo

Panem et circenses es una expresión latina que significa ‘pan y circo’ o literalmente pan y espectáculos del circo, que viene desde la poderosa Roma Antigua, el imperio más grande de la historia.

 Indiscutiblemente, todos los pueblos requieren de grandes espectáculos, y el Coliseo de Roma fue el anfiteatro mayor –construido por el emperador Vespasiano y su hijo Tito- de los 186 que se edificaron a lo largo de su vasto territorio. 

 Los espectáculos duraban todo el día (no como ahora que son sólo 108 minutos), con actos de animales (como los actuales), y la ejecución pública de criminales que algunas veces eran devorados por leones (ahora algunas veces los liberan). 

 Luego se presentaba el espectáculo central: los gladiadores que combatían entre ellos, uno contra otro. Los combates eran pactados por los empresarios de este negocio, y controlados por un árbitro, no por ningún político, que es tal vez la mayor diferencia con los espectáculos actuales. 

 Si un gladiador hacía buen papel, la multitud pedía “misio” o piedad y, en caso contrario, gritaban “iugula” que significa: córtale el cuello. 

 En cien combates celebrados en el siglo I, sólo 19 de 200 gladiadores murieron, récord inferior a los combates actuales en donde es muy alto el porcentaje de perdedores que muerden el polvo en la arena social y política. 

 Los encuentros eran controlados por el árbitro y ni la multitud, menos el dignatario, determinaba la suerte del gladiador, igual que ahora, pero exactamente al revés. 

 Los gladiadores triunfantes eran homenajeados, comenzando con una invitación a subir al palco de los dignatarios (ahora aparecen en un programa televisivo de espectáculos), se les daba una rama de olivo y dinero sin importar que fueran esclavos. 

  Un gladiador exitoso llevaba una vida envidiable, comparada con los políticos exitosos actuales, los que siempre obedecen al dignatario. 

 Hoy día sigue siendo válido el principio de Panem et circenses, pues al pueblo bueno se le da pan en forma de dinero en efectivo, y se le ofrece circo diariamente.

  La diferencia es el castigo a los perdedores, para quienes nadie solicita ‘misio’, pues la mayoría o el pueblo bueno, siempre grita ‘iugula’ que, en su versión moderna es un castigo consistente en la humillación en los medios de comunicación.