Editoriales

El Bien Servido

A Carlos VII de Francia le decían “El bien servido”. Era de Orléans y fue coronado en la Catedral de Reims en julio de 1429. Este tipo llegó a gobernar gracias a Juana de Arco, quien luchó contra los ingleses que querían instalar el trono francés a un inglés, y contra los borgoñeses que peleaban por tener sentado ahí a uno de los suyos.

La Guerra de los Cien años, que en realidad duró ciento quince años, es el conflicto bélico más prolongado de la historia. La historia es que había dos candidatos al trono francés: uno de Borgoña y otro de Orleans, y el fiel de la balanza lo fue Juana de Arco, heroína que se fijó la meta de llevar a gobernar a Carlos, de Orleans. Y doña Juana de Arco era tremenda, vencía una y otra vez a los ingleses y a los borgoñeses, pero no sólo luchaba en lo militar, sino que  también levantaba la moral a los franceses con su discurso fresco que enaltecía a Carlos.

Por eso los borgoñeses la apresaron y entregaron a Inglaterra, cuyo gobierno la juzgó, condenó y ejecutó. Lo feo de esta historia es que cuando Juana de Arco era juzgada y condenada a morir en la hoguera, el rey francés se hizo como que la virgen le hablaba y ni un intento realizó para salvarla de la muerte. A partir de que se sentó en el trono real, Carlos vivió en plenitud sus frivolidades, por eso el pueblo francés le apodó El Bien Servido. El desinterés cuando se requiere actuar, es desde luego, una forma de traición.