24/Apr/2024
Editoriales

La economía del estudiante

 

En el año de 1964 mi compañero estudiante de Ingeniería Civil, Paco Garagarza, consiguió un trabajito simple de topografía consistente en el levantamiento de un polígono y me invitó a hacerlo en sociedad, pues se requieren al menos dos personas para realizarlo.

El primer día batallamos mucho para dar con el predio que se ubicaba en lo alto del Cerro de la Campana, que ahora es como si fuera el centro de la Ciudad, pero entonces esa parte de la loma estaba despoblada. Luego de batallar muchísimo en pleno sol de verano, tristes bajábamos caminando con los aparatos topográficos a cuestas cuando, de pura casualidad, nos encontramos con el propietario del predio, un militar retirado, a quien le confesamos que no dábamos con su propiedad. Le enseñamos el croquis de ubicación y lo tomó diciendo con el característico tono autoritario castrense “qué bonitos estudiantes de ingeniería que no dan con un terreno ni teniendo el plano”. Tomó el croquis y señalando el trazo con el dedo dijo: _Se van por esta línea hasta llegar a esta otra.

Luego voltean al norte este tramo y de allí nomás miden 720 metros y ya llegaron. Se retiró sin que tuviéramos el valor de decirle que en el papel no teníamos problema para ubicarlo, lo difícil era dar con él físicamente… como haya sido, al otro día lo identificamos en base al sistema de prueba y error, hicimos el levantamiento y con el dinerito que nos pagó, disfrutamos de un fin de semana como ricos.