04/May/2024
Editoriales

¿Le llevaron serenata a su madrecita?

Ayer me llamó por teléfono el jurisconsulto Héctor S. Maldonado para decirme -en el centro de una sabrosa conversación como las que acostumbra- que debíamos afinar las gargantas para la serenata madrugadora del Día de las Madres.

Respondí en automático que con un farolazo se nos afinaría, pero mi mente se fue hasta los deliciosos años sesenta, cuando Jorge Peña Solís, un sobrino suyo y el que ahora pica teclas, llevábamos serenatas a nuestras madres, a mi abuelita Chepita, a una hermana de Jorge, y a algunas madres de nuestros amigos cercanos. 

Ya he contado que en la madrugada del diez de mayo de 1962 nos quedamos sin vehículo por una falla del auto de mi padre y, providencialmente apareció en la esquina de Tapia y Jiménez, el allendense Ramiro García Salazar con una camioneta pick up en la que cupimos todos, incluyendo las guitarras, y nos fuimos a cumplir con nuestro acostumbrado itinerario musical.

La canción estelar era inédita, compuesta por otro amigo que vivía en el barrio del Mesón Estrella. Recuerdo bien el inicio y el estribillo que decía más o menos así: ‘no tuve nada, madrecita mía, nada que darte, hoy en tu día… pero mi corazón, está dentro de ti, madrecita buena esta canción es para ti’… ‘que tu alma viva llena de dulzura, que tu corazón no se deje engañar, que a esa boca, nunca llegue la amargura, que a esos ojos, no los quiero ver llorar’… tararararán, tarararán… y un etcétera maravilloso.

Este día celebramos a las madres sin importar la nacionalidad ni el idioma; en todas partes un hijo pronuncia primero la palabra “mamá” que todas las demás. 

Como Dios no podría estar permanentemente en cada hogar, puso en su representación a una madre. 

Para los alemanes es mutti; para los checos y polacos matka; para los árabes umm; los griegos mitera; los holandeses mama; los hebreos ima; los franceses le dicen maman; los portugueses mae; los italianos mamma; los japoneses okaasan; los suecos y los daneses mamma; los ingleses y gringos mom; los finlandeses äiti; los húngaros anya; los chinos mama; los náhuatl nantli, y los turcos anne.

La idea original de la celebración del día de las madres es sajona. En la Inglaterra del siglo XVII se celebraba el día “domingo de servir a la madre”, y se tomaba libre esa fecha para convivir con ella. En Estados Unidos, Ana Jarvis –una huérfana en 1905-, consiguió que el Congreso norteamericano aprobara a partir de 1914 la celebración de una fiesta nacional con ese motivo, que ahora ya es costumbre mundial. 

En España se festeja el primer domingo de mayo, reuniéndose toda la familia, y obsequiando a su madre flores u objetos personales. 

En Suecia festejan el último domingo de mayo en forma sencilla; son solo los niños quienes regalan flores y cantan una melodía llamada “Mamá”. En Egipto, el 21 de marzo los hijos las festejan sacándolas de la cocina a comer fuera de casa. En la Francia, el segundo domingo de mayo, les regalan flores o chocolates a las madrecitas. Acá en América Latina, Perú, Ecuador, Honduras y Colombia lo celebran el segundo domingo de mayo. Costa Rica el 15 de agosto y Argentina el tercer domingo de octubre; mientras que en Bolivia el 27 de mayo. Sólo El Salvador y Guatemala festejan a las madres el 10 de mayo, igual que en México.

En mi casa aún pervive la tradición de las serenatas, tal como dijo Don Héctor Maldonado, pues le cantamos las clásicas Mañanitas al que cumpla años y desde luego a las madres en su día, que es el mejor elemento de cohesión familiar. Su corazón es siempre el corazón del hogar, dijo san Juan Pablo II. Gracias a la madre los seres humanos nos desarrollamos en todos los aspectos, pues no existe mejor transmisor de la cultura, idioma y principios morales que una madre. Quienes conocimos a la madre que nos dio la vida, y ya no está presente, debemos darle gracias a Dios por el tiempo que la disfrutamos. 

Quienes tienen la dicha de conservarla, les deseo que la disfruten mucho, pues cuando ya no la tengan, los de ella serán sus más hermosos recuerdos.

Bien dijo el poeta: “En el jardín de mi vida, la mejor flor es mi madre”.