04/May/2024
Editoriales

Y cuando desperté… el dinosaurio ya no estaba

Se les dice Dinosaurios a los políticos añejos. A muchos de ellos les agrada el término, incluso algunos así se refieren a sí mismos cuando llega al poder una nueva generación.  

Recuerdo que en los años setenta ellos eran los de la experiencia y sabiduría necesarias para que el país funcionara bien y avanzara en su desarrollo integral.

Ahora creo que nos estaban avisando -entre broma y broma la verdad se asoma- que su linaje estaba desapareciendo como los dinosaurios, los de veras, que desaparecieron misteriosamente.  

Porque nuestro planeta fue dominado por los dinosaurios durante 189 millones de años (Era mesozoica), y de pronto, inexplicablemente desaparecieron. 

Para que murieran todos estos enormes animales tuvo que haber sucedido alguna catástrofe y todos los científicos lo aceptan, pero no saben qué sucedió. 

Hay quienes sostienen que una supernova cercana a nuestro planeta incrementó el nivel de radiación afectando a toda la cadena trófica. 

Otros dicen que no, que fue a raíz de un enfriamiento en los mares, generado por la separación de las placas que alejaron Australia de la Antártida, y que las frías corrientes del océano meridional enfriaron las cálidas aguas ecuatoriales, lo que, unido al descenso del nivel del mar, el clima habría cambiado sustantivamente. 

Otros más hablan de que desaparecieron (los dinos) por la serie de erupciones volcánicas en la India. Sin embargo, la tesis que últimamente ha ganado más adeptos es que un meteorito –es decir una piedra- de once kilómetros de diámetro se estrelló en la Tierra, abriendo el cráter de 170 kilómetros de diámetro que hoy es el Golfo de México. 

De ese golpazo, se vino una onda expansiva que le dio varias vueltas al planeta, provocando violentos terremotos, erupciones volcánicas y altísimas temperaturas que enviaron grandes cantidades de polvo a la atmósfera, oscureciendo el cielo con un descenso drástico de temperaturas que terminaron con la vida en todo el planeta. 

Entre mis grandes amigos dinosaurios políticos, destacaba Enrique Jackson Ramírez, un hombre joven (75 años) con sabiduría de un viejón de noventa años. Lo conocí en la campaña presidencial de 1988 y cultivé su amistad durante el resto de su vida. Ayer, de pronto, murió llevándose consigo su larga experiencia política y sabiduría de vida.   

Quisiera que la canción ‘el muerto vivo’ de González Arena fuera real: no estaba muerto, andaba de parranda