28/Apr/2024
Editoriales

Una Vicalvarada no nos estorbaría

Con el actual macro fraude en Segalmex desaparecieron 15 mil 300 millones de pesos, y con la llamada Estafa Maestra también desaparecieron en su momento 7 mil 600 mdp. Estos dos son los más grandes desfalcos que nuestro país ha sufrido desde que se perdió la mitad del territorio en tiempos de Santa Anna.

Tal vez a eso se deba que los mexicanos creamos que solo en nuestros gobiernos se cometen robos.

Pero no, la corrupción no se inventó en México ni es originaria de nuestros tiempos. Un solo ejemplito es el sucedido en la Madre Patria a mediados del siglo XIX cuando reinaba Isabel II que se dieron casos de corrupción muy sonados que con el tiempo se han diluido por no decir olvidado. 

El presidente español era Luis José Sartorius, quien llegó a gobernar sólo para ser tapadera de los robos descarados cometidos por la madre de la reina –María Cristina Borbón- y su marido –Fernando Muñoz, conde de Riánsares- y los de un tal marqués de Salamanca quien por cierto, se quedó con el monopolio del ferrocarril en España. 

Resulta que el presidente Sartorius quiso modificar la ley de ferrocarriles enviando al senado una iniciativa que transparentaba todas las operaciones, pero se interpretó como que quería legitimar el robo anterior, pues aplicaría sólo en operaciones futuras. Y como el senado no aceptó, Sartorius lo desapareció (un golpe de estado) generándose un escándalo internacional grande. Lo grave es que la reina Isabel II, en vez de sustituirlo por otro, lo ratificó en el cargo (¿ratificar viene de rata?) provocando que el ejército se pronunciara a favor de derrocar al presidente chapucero. 

Y como tal convocatoria se hizo en el pueblo de Vicálvaro, la gente le llamó a ese movimiento militar “Vicalvarada”. Ciertamente no pasó nada, pues Sartorius controló el movimiento pero se sentó un precedente para limpiar un poco la política española, provocando terremotos fuertes que llevaron a la cárcel al mismísimo director del Banco de España. 

En fin, a donde voy es que una pequeña revolución de vez en cuando no hace daño, siempre que no sea aprovechada por otras naciones para intervenir.  

Y de esto último nunca se estará seguro. Por tanto, la disyuntiva que se nos presentará dentro de 15 meses será oportunidad de entregar nuestro voto en forma razonada, pues el candidato o candidata que elijamos para presidente debe haber sido probado como capaz, inteligente, probo y que tenga espíritu democrático, que gobierne para todos, no sólo para sus correligionarios.