25/Apr/2024
Editoriales

Los Grandes Gobernadores de Nuevo León. Jorge Treviño Martínez, primera parte

 

El sistema político presidencial emanado de la Revolución mexicana fue estable y sabio por largo tiempo. No se sabía a ciencia cierta quién concebía las infalibles soluciones dadas a los retos y problemas presentados, especialmente en tiempos álgidos como el periodo conocido como El Milagro Mexicano. De esa época deslumbrante, México emergió con instituciones sólidas que coadyuvaron a sortear las crisis internacionales, pese a una clara tendencia nacional de ampliar las desigualdades sociales y económicas cuando las corrupciones social y gubernamental eran evidentes. 

La capacidad de adecuación al cambiante mundo externo que aparecía en los momentos difíciles dependía, en buena medida, del liderazgo del Presidente de la República pues la gente apoyaba su línea política y económica. Desde luego que en la Primera Magistratura estuvieron grandes líderes militares y/o políticos. Por eso daba la impresión de que buena parte de la población pensaba que el portador en turno de la banda presidencial era alguien con capacidades extraordinarias, competente en todas las áreas del saber, idealizándolo casi al nivel de los tlatoanis prehispánicos. 

 

Con Miguel de la Madrid el sistema político se transforma

Sin embargo, el sistema político nacional cambió de piel en 1982, cuando López Portillo eligió a Miguel de la Madrid como su sucesor. Un político de los llamados tecnócratas, profesionista brillanteformado en el extranjero, quien pensaba que el desarrollo económico nacional debería darse a partir del esfuerzo individual, con la menor intervención posible del estado y gustaba del liberalismo económico al estilo británico. Los tecnócratas no sólo son especialistas en economía sino en temas como agricultura, salud, educación, y todo buscan resolverlo en base a estudios teóricos. 

Los tecnócratas de esa época poseían un cúmulo inmenso de conocimientos, pero tenían poco contacto con las bases priístas. Sin embargo, eran muchos años de tradición política popular, de apoyos masivos al candidato del PRI, como se llamara y peinara no importaba, así que De la Madrid se instaló en Los Pinos. Y el “desorden” democrático inició en el Congreso de la Unión. La oposición tomó la representación de los crecientes segmentos sociales inconformes con el desigual reparto de la riqueza y oportunidades. 

Además, las grandes tragedias como las matanzas estudiantiles de 1968 y 1971, y la movilización social derivada del terremoto que arrasó a la Ciudad de México en 1985, estimularon el crecimiento de la oposición al PRI. Ciertamente, la figura presidencial opacaba ciertos destellos de la inconformidad, pero ya en 1988, pasadas las elecciones presidenciales, Miguel de la Madrid fue interpelado en su último informe por el diputado Porfirio Muñoz Ledo, actual presidente de la Cámara de Diputados. 

Que un Presidente de México callara –aunque fuera breves instantes- durante la lectura de su Informe ante el Congreso de la Unión y todos los medios de comunicación, era inédito. Al detenerse De la Madrid a escuchar los gritos de su antiguo compañero de generación en la Facultad de Derecho de la UNAM, inauguraba una nueva Era democrática. Y Muñoz Ledo no era el único que entendía el cambio político que iniciaba; otros viejos lobos de mar ya veían venir la tormenta. El avezado gobernador de Nuevo León, Alfonso Martínez Domínguez, por su militancia partidista era disciplinado, pero también la advertía y desde antes. 

 

La formación de Jorge Treviño Martínez

En 1985 llegó el tiempo de que el PRI presentara su candidato a sucederlo. AMD aceptó apoyar la candidatura de Jorge Alonso Treviño Martínez a condición de que se postulara sólo a funcionarios locales como candidatos a las diputaciones federales. Esta era la forma de impedir candidaturas recomendadas del centro como las de González Parás, Rizzo García, Espinosa, y otras. Planteó a De la Madrid que él (AMD) respondería por el resultado electoral de la gubernatura si todas las campañas eran uniformes, entendiéndose de funcionarios o políticos locales.   

Jorge A. Treviño nació en la Villa de Guadalupe el 2 de noviembre de 1935. Hijo del destacado médico Luis Treviño Treviño, y la señora Julia Martínez Ugarte. Su abuelo materno fue Mauro Martínez, presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado. Inteligente y de carácter apacible, JTM vivió su infancia en el centro de Monterrey, en el barrio cercano a la Capilla de Los Dulces Nombres, vecino de sus primos hermanos los Treviño Cañamar. Estudió sus primeros cuatro años de educación primaria en el Colegio Morelos y después en el Franco Mexicano, hasta la preparatoria. Él y sus primos se movían a la escuela en camión urbano hasta el barrio de La Purísima donde estaba el Colegio.

En ese ambiente sano, Jorge Treviño Martínez convivió más con Sergio Treviño Cañamar, quien además de primo, vecino y amigo, fue su compañero durante toda su vida estudiantil hasta la licenciatura. JTM gustaba de la lectura y de la música; fue un estupendo estudiante –de puros dieces- que tocaba bien algunos instrumentos musicales especialmente la armónica. Al término de la preparatoria partió a la ciudad de México a estudiar leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México. Allí conoció e hizo amistad con un compañero de generación: Miguel de la Madrid Hurtado.

 

Inicia su experiencia profesional desde que era estudiante

Desde estudiante trabajaba. Su primera experiencia fue en el despacho jurídico civil y mercantil de Ernesto Gutiérrez y González. Y ya para terminar su carrera ingresó al Tribunal Fiscal de la Federación, en la sala del magistrado Guillermo López Velarde. Al graduarse dedicó buen tiempo entre el trabajo y el estudio para escribir su tesis La resolución ipso jure en los convenios bilaterales.Apenas se recibió de abogado, se fue a Europa a estudiar en la escuela de Derecho de la Universidad de París, Francia. Allí obtuvo en 1963 el doctorado en Derecho Administrativo con mención honorífica defendiendo la tesis El Tribunal Fiscal Federal de México.Además, hizo estudios posdoctorales de Derecho Fiscal en la Universidad de Roma, Italia.

 

Jorge Treviño, subtesorero del Estado

JTM regresó a la capital mexicana para trabajar en El Tribunal de Justicia Administrativa, hasta cumplidos los 27 años que volvió a Monterrey donde ejerció su profesión de abogado fiscalista. El gobernador Eduardo Elizondo lo nombró director jurídico de la Tesorería del Estado y después Subtesorero del Gobierno, desde donde redactó una reforma a las leyes fiscales del estado, para modernizarlas y hacerlas más justas. Al terminar su encomienda, Gustavo Petricioli, subsecretario de Hacienda, lo invitó a participar en el proyecto para descentralizar la Secretaria de Hacienda, y al concretarse, continuó trabajando para esa Secretaría. Colaboró durante siete años con los secretarios José López Portillo, Julio Rodolfo Moctezuma y David Ibarra.

 

La diputación federal, su plataforma de lanzamiento

Cuando llegó la renovación del Legislativo Federal en 1982, el candidato presidencial del PRI, Miguel de la Madrid, lo invitó a ser candidato a una diputación federal, y Treviño aceptó. Fue candidato por el Distrito VI de Nuevo León, con cabecera en Sabinas, llevando como suplente a Manuel González. Ganó holgadamente y siendo diputado, Jorge Treviño fue presidente de la Comisión de Hacienda, cuyo secretario era otro regiomontano, Ricardo Cavazos. La participación de JTM en la elaboración de la Ley Orgánica del Banco de México, así como en las leyes Bancaria, de Seguros y Fianzas, y la de Ingresos de la Federación fue muy relevante.

 

Inscriben a Jorge Treviño en la lista de neoliberales

En 1985, el presidente De la Madrid propuso al PRI que el diputado federal Jorge Treviño fuera el candidato a la gubernatura de Nuevo León, y desde luego que así sucedió. El equipo que tomaba el poder político en México, encabezado por Miguel de la Madrid a nivel nacional y Jorge Treviño en Nuevo León (más otros muchos funcionarios electos y designados en todo el país) representaron un cambio de grupo político y rumbo ideológico en el mando del país, llevando a México al Neoliberalismo. 

Los tecnócratas formaban parte del PRI desde los años sesenta, y sus miembros más destacados era Guillermo Ortiz Mena y Rodrigo Gómez. Contrario a lo que muchos piensan, este grupo de políticos era un elemento de equilibrio para personajes como Luis Echeverría o López Portillo que tendían a establecer en México un régimen populista. Por ellos, el PRI cambió de rumbo viajando al centro, olvidó los dogmas que eran consecuencia propia del pluripartidismo naciente de las cámaras, es decir, que no podía imponer su ideología cuando en la praxis debía negociar con otros partidos, principalmente con el PAN de derecha.

 

La Corriente Democrática del PRI

En la otra esquina tricolor, ante el rumbo mencionado del gobierno de De la Madrid, priístas de corte tradicional, como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz, González Guevara, Ifigenia Martínez, y otros, formaron un grupo llamado Corriente Democrática que salió a la luz pública hasta 1987. Este grupo fue la base para la fundación del Partido de la revolución Democrática.

 

Se alza Jorge Treviño con la victoria electoral

Regresando a Nuevo León, desde la elección de Jorge Treviño en 1985 se advirtieron dos reacciones electorales diversas, la tradicional del área rural y popular de la ciudad metropolitana donde el PRI arrasó, y en las áreas de clase media y alta donde el PRI ya batalló para ganar. Era el prólogo de la debacle del PRI que se concretaría en Nuevo León hasta 1997 y en todo México el año 2000.

Pero por lo pronto, en 1985 Jorge Treviño Martínez ganó la elección para Gobernador del Estado con 508 mil 912 votos. Su más cercano competidor, Fernando Canales Clariond candidato del PAN obtuvo 183 mil 374 votos. Muy lejos quedaron el PST con 29 mil 088; el PPS con 26 mil 211; el PDN con 20 mil 118; el PRT con 6 mil 641 y el PSUN con sólo 3 mil 447 votos.

Al darle la constancia de mayoría a Jorge Treviño, el candidato del PAN Fernando Canales impugnó la elección alegando fraude electoral, y realizó varias protestas destacando una masiva en la Explanada de los Héroes, frente al Palacio de Gobierno. Sin embargo, el PAN no tenía los documentos necesarios para que prosperara su impugnación, pues sólo tuvo representación en 17 de los 51 municipios del estado y aún en Monterrey, Guadalupe y Santa Catarina no cubrió la totalidad de las casillas.

Así, el primero de agosto de 1985 tomó posesión del Gobierno de Nuevo León, Jorge Alonso Treviño Martínez. Continuará…

 

 Fuentes:

El Partido de la Revolución, institución y conflicto (1928-1999) Miguel González Compeán (coordinador), FCE, 2000.

Jorge Treviño, busqué siempre lo mejor para Nuevo León, Antonio Murray, Monterrey, Nuevo León.