25/Apr/2024
Editoriales

Hipócrates, como Obrador, a prueba con el Coronavirus

Cuando los recursos médicos de un país son insuficientes para atender al mismo tiempo a demasiados pacientes, llegan a tomarse dolorosas decisiones como determinar a quién atender y a quién dejar morir. Esto es grave, y más si se consideran los términos acuñados en el Juramento Hipocrático que viene desde tiempos ancestrales.

Veamos quien fue Hipócrates. Nacido en la Isla de Cos (460 adC – 370 adC), un médico de la Antigua Grecia considerado universalmente como el fundador de la tradición médica occidental, y su nombre es símbolo de una histórica escuela que por siglos sostuvo que las enfermedades vienen cuando hay desequilibrio en los cuatro humores del cuerpo (sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema). Además, clasificó a las enfermedades en agudas, crónicas, endémicas y epidémicas. El mismísimo Galeno atribuye a Hipócrates el concepto de Crisis como el momento determinante donde el paciente se agrava para morir o para sanarse.

Bien, a pesar de todos estos antecedentes, su figura es extraordinariamente vaga e imprecisa, pues de él no se sabe siquiera sus características físicas. Sin embargo, una de sus mayores aportaciones es el juramento hipocrático que sigue vigente como base de la ética profesional, y en esta pandemia del Coronavirus, como en otras anteriores, las autoridades son responsables de que los médicos cumplan cabalmente con los principios de atención absolutamente a todas las personas que lo necesiten, así que si no existen la infraestructura y los insumos necesarios, quienes violentan las normas de la ética en salud pública, son los gobernantes, no los médicos. Cierto que una parte de culpa recae también en la sociedad que no hizo caso al aislamiento solicitado, pero como las autoridades no previeron la contingencia, no difundieron con tiempo suficiente las medidas precautorias, y también en eso hay culpabilidad gubernamental. Nuestro país y desde luego su gobierno, están en crisis, es el momento justo en el cual se salva o se salva, a ver cómo le hace el Gobierno, so pena de caer hasta la oscuridad de una tumba. 

 

Fuente: Plinio, Historia Natural 29.4