Editoriales

El comercio internacional

_Tsebele, Tsebele, ¡Ve al reino de Escocia! Allá no conocen la cebolla, le dijo en su sueño un mensajero.

Despertó y se dijo: Iré mañana de aquí de Cracovia a Escocia a venderles cebolla.

Y así lo hace, después de un largo viaje con su carreta hasta el tope de cebollas, llega a Edimburgo, y con su habilidad consigue una audiencia con el rey de Escocia.

Convence al rey de probar su novedoso alimento, no sin antes pasar la prueba de que él tomaría ese exótico alimento, pues sería el colmo que un joven judío envenenara al rey de Escocia.

Llevan a Tsebele a la cocina para que prepare el platillo con su novedosa verdura, y se pule con ricas presentaciones, que están actualmente registradas en los archivos del reino con el nombre de Jewish Onio Test (la prueba judía de la cebolla).

Mientras prueba el rey la cebolla preparada por Tsebele, entrecierra sus ojos y dice: Maravellous indeed1! (maravilloso, efectivamente). Al término del banquete, el rey paga demasiado bien a Tsebele. Ordena bajar de la carreta todas las cebollas y la llenan de oro.

Regresa a casa platicando su aventura y todos felices, excepto el envidioso que siempre existe, quien planea hacer su propio negocio, pues dice que si apreciaron tanto la cebolla, él les llevará el ajo. En este caso se llamaba Schmendrick.

Y así lo hace, pues Tsebele les había platicado absolutamenete todo, incluyendo los detalles de cómo consiguió la audiencia con el rey. Siguiendo el relato de Tsebele, Schmendrick no batalló nada para llegar con una carreta llena de costales de ajo y se hizo pasar por hermano de Tsebele, con lo que se le abrieron las puertas del palacio de Edimburgo.

El rey hace lo mismo que con Tsebele y prueba el ajo. Queda maravillado con esa otra comida, por lo que le dice a Schemendrick: la cebolla es principesca, pero el ajo es real!.

La única diferencia entre los dos tratos fue el tiempo que tardó el rey en decidir cómo pagarle el favor de llevarle ajo, y tardó tres días en decidir cuanto le daría por esa preciada mercancía.

El rey no quería quedar mal con el representante de la nación judía, así que le llama y le entrega el pago: deseo honrar al ajo pagándolo con la mercancía más preciada de Escocia, es decir… con cebolla.

Al día siguiente, Schmendrick sale rumbo a su casa en Cracovia con su carreta llena de cebolla.

Cuento clásico judío, versión libre mía.