04/May/2024
Editoriales

Las bandas musicales de Monterrey

Monterrey es una ciudad del primer orden en las más diversas actividades económicas, académicas, deportivas y culturales. La oferta cultural es además de alta calidad en todos las especialidades, muy amplia.  

Pero no siempre fue así. Ahora existen recintos con grandes capacidades para disfrutar del arte musical, por ejemplo, mientras que hace apenas un siglo, en 1919, el gobernador Nicéforo Zambrano, estrenó la Primera Banda Oficial de Música.

Esta Banda musical ya no requería para actuar, como antes, un permiso acordado entre el gobernador y las autoridades militares. Se formó con 29 músicos, hasta que el 3 de julio de 1919 se incorporaron otros dos, expertos en tocar clarinete y cornetín.

Esa ocasión se aprovechó para incrementar el salario de todos los músicos con lo que sus salarios ya llegaron en total a la cantidad de 55 pesos diarios.

Entre los más conocidos músicos de esta Banda estaban: Rosendo Caballero, José Reyes, Francisco Quintanilla, Pomposo Caballero, Miguel Vázquez, G. Naquet, Bernardo Muñoz, Faustino Damián, Carlos Barajas, Antonio G. Quintanilla, Blas Quintanilla, José Domínguez, Amado Rosales, Pedro Marcos, Miguel Rodríguez, Federico B. Fernández, José Flores, Gustavo Gutiérrez, Federico Flores, S. A. Pineda, Felipe M. González, y Melquiades Donato, entre otros. 

En ese año de 1919 la Banda Oficial tuvo durante los diez meses restantes, las siguientes actuaciones: Todos los martes, tocaba un serenata en la Plaza Bolívar; los jueves una serenata en la Plaza Zaragoza; los viernes, en la Plaza Colegio Civil, y dos actuaciones dominicales: En la tarde, daba serenata en la Alameda Mariano Escobedo y en la noche había otra en la Plza Zaragoza.

Sin embargo, el peso de la nómina era demasiado alto, así que luego de la toma de protesta del nuevo gobernador Ramiro Tamez (1921 – 1923), se les dio las gracias a los músicos que le daban alegría a la Ciudad, especialmente a los melómanos, tocando como función nocturna de despedida, el 15 de mayo de 1921 en la Plaza Zaragoza.

Como es costumbre en Monterrey, la iniciativa privada se echó el compromiso de regresar las veladas musicales a la Ciudad, y un grupo de damas con la señora Angelina García de Meyer a la cabeza, aportó el costo de la nómina de la Banda, haciendo que el gobernador se sintiera apenado, por lo que para julio de ese año de nuevo absorbió ese costo la tesorería del estado.

En aquellos años la música era algo excepcional, pues la radio apenas empezaba, el cine era mudo, y el fonógrafo, inalcanzable para el grueso de la población. Ante ello, los comerciantes que estaban en las arcadas del Palacio Municipal -hoy Museo Metropolitano de Monterrey- hicieron ‘una coperacha’ para pagarle a una orquesta para que amenizara en la Plaza Zaragoza, pues las serenatas eran casi la única fuente musical donde alimentaban el espíritu los regiomontanos de los años veinte, es decir, nuestros padres y abuelos.

Claro que, como buenos comerciantes que somos, por al menos dos décadas, la renta de sillas en las aceras y en la propia Plaza Zaragoza para sentarse a escuchar música, fue un buen negocio.

Tanto que en el Ayuntamiento de Monterrey hubo varias solicitudes de permiso para la renta de sillas, y no faltaban las disputas por la aprobación de esos permisos.

El Cabildo regiomontano -por ejemplo- le negó el permiso a Pedro de la Garza que pedía la misma oportunidad que se le daba al señor Honorio Sada de rentar sillas en las plazas donde hubiere música, con el argumento de que el señor Sada ya tenía veinte años de dar ese servicio y de pagar puntualmente sus derechos municipales. 

Sin embargo, la revolución mexicana deprimió los ingresos del gobierno, y en junio de 1924, el gobernador Porfirio G. González decretó que a partir de agosto de ese año se suspenderían los subsidios a la Banda musical del Estado, y en agosto de 1924, Rosendo Caballero estaba regresando los instrumentos musicales que la Zona Militar habia prestado a la Banda musical de Nuevo León.

Próximamente hablaremos de cómo se consiguió que la música regresara a las plazas públicas de Monterrey, y del estado en general.

Fuentes:

Genaro Salinas Quiroga, UANL, Historia de la cultura nuevoleonesa.

Alfonso Ayala Duarte, UANL, Músicos y Música Popular en Monterrey