02/May/2024
Editoriales

Estimular la inversión

Los grandes jalones en el crecimiento económico de nuestro estado -que generan cambios sociales-, se han dado porque desde la gubernatura se consigue que vengan a invertir grandes inversionistas, y para ello -una y otra vez- se diseñan nuevas formas para estimularlos, siempre con atractivos fiscales y canonjías que lindan en la ilegalidad.  

Esto inició con el gobernador Martín de Zavala (1626-1664), quien logró consolidar al Nuevo Reino de León, y para conseguirlo hubieron de suceder algunos eventos importantes como: el paso de una década -para entender y aplicar la estrategia de atracción de capitales-; la entrega de grandes mercedes de tierra; la fundación de la Villa de Cadereyta en el año de 1637, y un valioso grupo de nuevos, valiosos y bien estimulados pobladores – inversionistas que llegaron desde un par de años antes provenientes de Huichapan, San Luis de la Paz, Tepatitlán, Querétaro, Puebla de los Ángeles, y otras entidades en donde la agricultura y la ganadería eran actividades tradicionales.

Algunos historiadores prestigiados postulan que la mayoría de estos ‘españoles’ que vinieron de esas regiones eran en realidad mestizos o castizos, y traían consigo muchos ‘indios laborios’, mulatos, coyotes, zambos y demás representantes de las castas de la Nueva España.

Baste con señalar el ejemplo de los dos hermanos Luis y Juan de Zúñiga y Almaraz, que llegaron, de Huichapan con, el primero de ellos, seis ‘españoles’, y un centenar de indios, indias, y negros chicos y grandes, para mantener a sus grandes hatos ganaderos (ganado menor). El segundo hermano -Juan- entró a poblar la Villa de Cadereyta con más de cuarenta indios naboríos con sus hijos y mujeres.

Estos indígenas que llegaron en tiempos de Zavala eran mesoamericanos, cristianos, hábiles en el trabajo agropecuario y en la producción de artesanías. 

También entre ellos venían hortelanos, mineros, alfareros, carpinteros, canteros, y tejedores, que fueron pieza fundamental para la primera mejoría económica generalizada de los reineros.

Fue en ese tiempo cuando en nuestra entidad cambió el léxico aceptando que el término ‘estancia’ sustituyera al de ‘caballería’, es decir un predio que midiera al menos una legua por lado si era una estancia de ganado mayor. Esto significa que la creación de las grandes propiedades desde el año de 1635 fue obra de Martín de Zavala.

Su criterio era que para crecer se necesitaba atraer capitales al Nuevo Reino, así que concedía mercedes de tierra mayores que lo que tenía dentro de sus facultades.

Así, desde 1626 había, a una distancia máxima de ocho leguas de Monterrey, siete Estancias: la Estancia de San Francisco, de Blas de la Garza y Alonso Treviño; la del Valle de las Salinas de Bernabé de las Casas; la Estancia de Gonzalo Fernández de Castro, yerno de Diego Rodríguez; la Estancia de Blas Pérez; la Estancia del Puesto de los Muertos; la de Diego de Montemayor, nieto de Don Diego de Montemayor; y la Estancia de Miguel Sánchez Sáenz, yerno de José de Treviño. 

Después de Martín de Zavala, siguieron otros gobernadores que con esa misma estrategia, como lo hizo Don Bernardo Reyes quien propició el crecimiento económico y la inversión, en base a la ‘fórmula zavalista’ que consiste en estimular la inversión.

Y como esa misma fórmula se aplica ahora en muchas otras entidades federativas, los inversionistas tienen siempre varias ofertas de lugares en dónde invertir, preguntando: ¿Quién me da más canonjías y predios baratos para invertir?