Internacional

Dialogan las dos Coreas buscando la paz, mientras Halcones de EU buscan guerra

 Sólo horas después de la reunión histórica entre Corea del Norte y Corea del Sur, el Wall Street Journal publicó un artículo desquiciado sobre las discusiones en el gobierno de Trump sobre si era posible o no montar un golpe militar limitado en contra de los sitios nucleares de Corea del Norte, sin desatar con eso una guerra abierta en la península coreana.

  Se refieren a esto como la estrategia “nariz ensangrentada”, según la cual Estados Unidos reaccionaría a la siguiente prueba nuclear o misilística de Corea del Norte con un ataque con objetivos limitados en contra de una instalación de Corea del Norte para sacarle sangre en la nariz a Pyongyang y darle una lección del alto precio que estaría pagando el régimen por su comportamiento. El WS Journal reconoce que es una “idea altamente riesgosa y en el gobierno de Trump se debate sobre si sea factible o no”. Una acción de este tipo ciertamente le pondría un fin abrupto al procedo de conciliación entre el Norte y el Sur que está ocurriendo ahora, el cual el mismo Presidente Trump respaldó la semana pasada cuando dijo que “hablar es bueno”.

  El columnista y geopolítico Edward Luttwak, en artículo firmado que apareció ayer en Foreign Policy va más allá de la estrategia de la “nariz ensangrentada”, y alega que la única política apropiada es bombardear hasta volver polvo el programa nuclear de Corea del Norte y si los surcoreanos sufren como producto de esta campaña, pues qué lástima.

 Cada una de las seis pruebas nucleares de Corea del Norte hubieran sido una buena oportunidad para que Estados Unidos hiciera lo que Israel le hizo a Iraq en 1981 y a Siria en el 2007, es decir, usar bombas convencionales bien dirigidas para negarle a Corea del Norte su capacidad de arsenal nuclear. Incluso ahora, dice Luttwak, “todavía hay tiempo para llevarlo a cabo”.

    Luego ataca al gobierno de Corea del Sur por supuestamente no haber tomado las medidas necesarias para proteger a la población surcoreana de una posible represalia norcoreana en respuesta a un ataque estadounidense de este tipo. “Sin embargo, dada la inacción deliberada de Corea del Sur a lo largo de los años, Estados Unidos no debe paralizarse frente al inmenso peligro a sus propios intereses nacionales y a los de sus otros aliados en el mundo, ante cualquier daño que en última instancia se le cause a Seúl”, escribe Luttwak. Según él, sacrificar a miles y decenas de miles de surcoreanos sería un precio que vale la pena pagar para negarle a Corea del Norte sus armas  nucleares.