19/Apr/2024
Editoriales

El milpero

Un milpero había tenido una mala cosecha de maíz; la tremenda sequía impidió que se dieran buenas mazorcas. De toda la parcela nomás rescató un solo canasto de mazorcas pequeñas, con granos enfermos y picados por los pájaros. Triste, cargó su canasta de mazorcas rumbo a su casa, y en el camino vio un árbol grande bueno para descansar y así lo hizo. Sesteó un momento, y cuando despertó el canasto había desaparecido, se lo habían robado. Angustiado, comenzó a llorar cuando de pronto escuchó que lo llamaba X-K´anlé óox, la madre de los dioses preguntándole:

_¿Por qué lloras Milpero? _Porque me robaron mi canasto de mazorcas; estaba cansado y al descansar un rato, tomé una breve siesta, pero al despertar ya no estaba.

_No llores Milpero, voy a buscarlo, le dijo.

Al rato regresó la divinidad con un canasto de mazorcas amarillas, grandes y hermosas. Le preguntó al Milpero _¿Es este tu canasto? _No, no es este, le contestó. 

X-K’anlé óox se fue de nuevo y luego regresó con un canasto de mazorcas blancas, hermosas y grandes, y le preguntó si ese sí era su canasto. El Milpero le volvió a contestar que no, así que la diosa se volvió a ir y regresó con un canasto de mazorcas añuladas, chicas y picadas de pájaro. _¿Este sí es tu canasto? Le preguntó. _Sí este sí es, dijo el Milpero. Entonces la divinidad le dijo: porque eres honesto, estos dos canastos adicionales te los regalo, llévatelos. Contento, el Milpero se fue a su casa. En el camino, un señor que se dedicaba a lo mismo que él, le preguntó cómo se había hecho de tan bonitas mazorcas, y el Milpero le platicó toda la historia, comenzando con su pérdida, y el milagro de X-K´anlé óox que se las regaló.

Siguió su camino a casa, pero el segundo milpero se encaminó de inmediato al árbol que le había dicho su compañero. Llegando comenzó a llorar y X – K´anlé óox se le apareció preguntándole qué le pasaba. _Sucede que venía con mi canasto de mazorcas, me detuve a descansar en este árbol y cuando desperté ya no estaba mi canasto. _No llores, dijo la diosa, voy a buscarlo. Regresó al rato con un canasto rebosante de mazorcas muy grandes, de granos preciosos, y le preguntó: _¿Es este tu canasto, milpero? _Este es, contestó el hombre. Entonces X – K´anlé óox desapareció y hasta ahora no volvió a aparecer. El milpero, por su parte, no se ha movido del lugar, esperando que regrese. Sigue allí, petrificado.

Cuento Maya – Yucatán.