25/Apr/2024
Editoriales

Polerías

 

 

Mr. Howard E. Butt.

Presidente de las tiendas H.E.B.

 

 

 

Mr. H. Lee Scott

Presidente de las tiendas Walmart

 

 

 

Presentes.

 

 

 

Queridos amigos Howard y Lee, espero que hayan disfrutado de los festejos llamados El Buen Fin y Fiestas Decembrinas.

Es mi deseo felicitarles porque son propietarios de las cadenas de tiendas comerciales o almacenes como les dicen en España, más exitosas del Estado y tal vez del mundo: las tiendas H. E. B. y Walmart, respectivamente.

Se trata de las instalaciones más hermosas en su especialidad que en un breve tiempo quebraron a las tienditas tradicionales de Monterrey (el diminutivo no es por cariño, sino un comparativo con las tiendotas de ustedes), que cerraron sus puertas o cambiaron de giro, porque es casi imposible competirles a ustedes.

Además, es un gusto verlos actuar a ambos en forma tan filantrópica, pues sus cajeros en las tiendas a la hora de cobrar invocan a la generosidad (a la de los clientes, no a la de ustedes) para que “redondeen” las cuentas, que significa un incremento en centavitos o acaso en algunos pesillos las cuentas para que ustedes pueden hacer regalos millonarios a los pobres, pues echándole números lo que se recauda por ese concepto es una cantidad comparable a lo que cobró el sabio Sisa inventor del ajedrez al rey Shirham, que era un granito de trigo por la primera casilla del tablero, dos por la segunda, cuatro por la tercera, ocho por la cuarta y así sucesivamente terminando en un volumen de trigo tal, que no existía semejante cantidad de riqueza en todo el reino. 

Por cierto, qué interesante sería conocer la relación de esos beneficiarios.

He pensado mucho en ustedes dos, y me he conmovido con su gran corazón, en base a ello propondré a las autoridades que les den a ambos el título de filantro-pillos, pues el epígrafe de filántropo está reservado sólo para los oriundos de este país, y ustedes son orgullosamente norteamericanos.

También he concluido que este gesto altruista suyo (pedir el redondeo a la clientela) es debido a que sus asesores les dijeron que “un cambio les vendría bien”, y ustedes por eso piden el cambio a sus clientes.

De veras que faltan palabras para agradecérselos, a nombre de sus víctim… perdón, de sus clientes.

Sin embargo, me hace un poco de ruido que además en las cajas de sus hermosas e inmaculadas tiendas se esté cobrando de más (ya me salió en verso), esto es, que a la hora de revisar ya en las casas los largos recibos que entregan sus cajeros, no pocas veces se advierte que cobraron más productos de los que se compraron.

Y en otras ocasiones se cobran precios muy superiores a los anunciados en sus anuncios periodísticos.

Quiero pensar que esos errorcillos sólo suceden en las tiendas ubicadas en las zonas residenciales del área metropolitana, pues no creo que cometan esos fraudes en las colonias populares porque ahí los clientes traen más apretado su presupuesto y se darían cuenta más pronto, antes de salir de la tienda.

Y seguramente ustedes ya saben que esa gente, la del pueblo – pueblo, defiende con uñas y dientes lo que es suyo, y en caso de que los sorpendieran robando -no a ustedes, sino a sus empleados- en menos que canta un gallo se organizarían para reclamar con los métodos más antiguos que existen y ya les han de haber platicado que “las hordas no escuchan a nadie”, así que ¡cuidadete!. 

En cambio, en las celestiales tiendas de la avenida Gómez Morín, de la colonia Del Valle, por ejemplo, muchas de las compradoras son señoras con prisa y cartera hinchada, o mejor aún, son la servidumbre que llevan chofer a comprar el mandado de la residencia, y nadie verifica lo comprado.

Así rinde más la venta del día ¿verdad?

Pero estoy seguro que ustedes no saben nada de la actuación de es@s malvad@s que operan las cajas, aunque si ese fuera el caso, como los programas del sistema de control cuadran lo almacenado con lo vendido, seguramente ustedes recibirían grandes cantidades sobrantes de dinero en sus cajas.

Y conociéndolos como los conozco de honradotes que son, dificulto pensar que tomaran ese dinero “sobrante” y lo reportaran a la Secretaría de Hacienda como utilidades adicionales, pues ambos son grandes personajes en los negocios e imagino que esas súper utilidades se destinan a causas nobles, como podría ser el fortalecimiento de las fundaciones familiares Butt y Scott.

Además, entre las linduras que suceden en las cajas de cobro, abunda la mala memoria de sus cajer@s, pues se les olvida respetar las atractivas ofertas que marcan los propios anaqueles interiores de las preciosas tiendas.  

Hago oídos sordos a los rumores que corren por la ciudad diciendo que todo esto que sucede dentro de sus diáfanas tiendas, no es un atraco a los consumidores, sino una venganza.

Me resisto a creerlo porque sé que ustedes dos no son malos ni vengativos, pero les diré -a condición de que no le platiquen a nadie- que andan diciendo que le hacen eso a los clientes porque no se les olvida que Jesús azotó a los mercaderes en el templo, y por eso su venganza es más evidente en la temporada de Navidad.

Estoy casi convencido que ese robo es a sus espaldas, pues ustedes no tienen necesidad de robarle a quienes les dan utilidades millonarias en dólares. 

Claro que pensar que un rico no roba por no tener necesidad, es como pensar que un cocinero gordo no va a comer de los platillos que prepara sólo porque ya está gordo. Funciona al revés, el obeso tiene más hambre que una persona normal.

Aquí me permito parafrasear al gran Alfredito Hitchcock, cuando dijo: aunque parezca a simple vista un robo, y que con claridad se vea robar al cliente, eso no debe engañarnos, no, esto es realmente un robo.  

Ah, les quiero pedir un solo favor, que me saluden al delegado de la Profeco, pues por lo visto es muy su amigo, gracias.