20/Apr/2024
Editoriales

Cervantes, máxima figura de la literatura española

Una de las grandes obras de la literatura universal es, sin duda, "Don Quijote", la inmortal obra de Miguel Cervantes de Saavedra que se publicó originalmente en dos volúmenes. El primero apareció el 16 de enero de 1605 y el segundo en 1615, un año antes de morir. Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares, el 29 de septiembre de 1547 y murió en Madrid, el 22 de abril de 1616, hace 400 años. Esta obra figura entre las joyas de la Capilla Alfonsina de la UANL.

Cervantes está considerado la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos crí­ticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia.. Se le ha dado el sobrenombre de «Prí­ncipe de los Ingenios».

Al margen de su valor literario intrí­nseco, que la ha llevado a figurar entre las obras que más se han editado en la historia de la humanidad. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, del inmortal Miguel de Cervantes Saavedra, resuma una singular filosofí­a de la vida.

En las páginas de Don Quijote encontramos numerosos refranes o sentencias contenido en la obra y que, a pesar de varios siglos desde entonces transcurridos, tienen aún explicación en las circunstancias de nuestra ajetreada vida cotidiana.

Veamos algunas de estas expresiones atribuidas por Cervantes a Don Quijote o a Sancho Panza, con un breve comentario de nuestra cosecha:

Las obras que se hacen apriesa nunca se acaban con la perfección que requieren. Los errores que se comenten cuando se obra con apresuramiento, muchas veces obligan a repetir las cosas.

Para todo hay remedio, si no es para la muerte. Todos los problemas de la vida pueden tener solución, excepto el paso final.

Sí­, que tiempos hay de acometer, y tiempos de retirar, y no ha de ser todo. Otra expresión ilustrativa habla de que hay tiempo de tronar cohetes y tiempo de recoger varas.

La mejor salsa del mundo es el hambre; y como ésta no falta a los pobres, siempre comen a gusto. Cuando hay hambre, hasta el pan más duro sabe bueno.

El que no sabe gozar de la aventura cuando le viene, que no se debe quejar si se le pasa. Hay que aprovechar las oportunidades, para no quejarnos después por la falta de ellas.

Quien te cubre, te descubre. A veces, la persona en quien más confiamos es quien nos traiciona.

Más vale un toma que dos te daré. Es preferible algo tangible, que una promesa.

Sobre un huevo pone la gallina, y muchos pocos hacen un mucho, y mientras se gana algo no se pierde nada. Existe también la versión de que de grano en grano, llena la gallina el buche.

Dime con quién andas, decirte he quién eres. Es innegable la influencia que ejercen sobre el individuo las amistades o compañí­as.

Y dejando el tiempo que haga de las suyas, que él es el mejor médico de estas y de otras mayores enfermedades. El tiempo todo lo cura.

Hoy por ti, mañana por mí­. El bien o el mal que hoy hagamos a alguien, algún dí­a se nos pagará.

No hay camino tan llano que no tenga algún tropezón o barranco. Siempre habrá dificultades en la vida.

Porque letras sin virtud son perlas en el muladar. El mucho conocimiento nunca será suficiente para cubrir vicios y defectos.

La pluma es lengua del alma; cuales fueron los conceptos que en ella se engranden, tales serán sus escritos. En otras palabras, de la abundancia del corazón habla la boca.

Bien predica quien bien vive. La vida ejemplar motiva más que las palabras. Se ha dicho que las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra.

Cada uno es artí­fice de su ventura. También se usa la expresión de que cada quien es el arquitecto de su propio destino.

Las grandes hazañas para los grandes hombres están guardadas. Se necesita grandeza de corazón y amplitud de miras para emprender tareas monumentales.

¡Llaneza, muchacho: no te encumbres; que toda afectación es mala! No hay nada como la sencillez en el decir y el actuar.

Ojos que no ven, corazón que no quiebra. También se dice: ojos que no ven, corazón que no siente, para dar a entender que la distancia adormece los sentimientos.

Donde menos se piensa, se levanta la liebre. Buenas sorpresas se lleva uno de las personas menos pensadas.

Soy quien: Júntate a los buenos, y serás uno de ellos; y soy yo de aquéllos no con quien naces, sino con quien paces; y de los quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Las primeras expresiones hacen alusión a la influencia de las amistades en las personas. La última habla de la fortuna de quien tiene buen protector o patrocinador.

De noche, todos los gatos son pardos. La obscuridad ayuda a disimular o esconder los defectos de las cosas.

Del dicho al hecho hay gran trecho. Una cosa son las palabras y otra, muy diferente, las acciones.

Y a Dios rogando y con el mazo dando. Es bueno tener fe en Dios, pero sin dejar de obrar por nuestra cuenta.

El gobernador codicioso hace la justicia desgobernada. La ambición hace caer en injusticia a quienes tienen la misión de impartir justicia.

No pueden las tinieblas de la malicia ni de la ignorancia encubrir y oscurecer la luz del valor y de la virtud. Lo positivo siempre será, a final de cuentas, más patente que lo negativo.

Más vale el buen nombre que las muchas riquezas. Debe el hombre preciarse más de su buena fama que de su mucha fortuna.

Las necedades del rico por sentencias pasan en el mundo. No hay como tener dinero, para que una persona sea alabada, aún en sus errores.

Tanto vales cuanto tienes. Para el punto de vista material, el valor de una persona radica en su riqueza.

El que vea la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el suyo. Otra versión de la expresión de Jesús cuando reprendí­a a escribas y fariseos.

Si da el cántaro en la piedra, o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro. Es peligroso para alguien débil enfrentarse a los poderosos.

Más sabe el necio en su casa, que el cuerdo en la ajena. Por muy sabia que sea una persona, conocerá menos de los entretelones de una profesión u oficio, que quien a ello se dedica.

Nadie se puede obligar a lo imposible. Es un principio de derecho. La frase latina al respecto reza: Imposible nemo tenetur.