En Sevilla, donde comenzó su uso, fue donde se prohibió fumar en público por primera vez. Se decía que fumar aturdía los cuerpos, enflaquecía la voluntad y entorpecía el alma.
En Turquía, Amurates IV, del primer tercio del siglo XVII, mandaba desorejar a quien osara fumar. El zar de Rusia amputaba la nariz. Pero ni esos castigos frenaron el vicio del tabaco: se veía gente desnarigada y desorejada con un buen cigarro en la boca