Editoriales

La muerte de Pushkin, un desperdicio

En un día como hoy del año 1837 murió en San Petesburgo, el escritor Alexander Pushkin, enorme exponente de la literatura rusa. Pushkin es considerado el padre de la literatura rusa moderna con una narrativa que lo mismo describe magistralmente un drama que una sátira, conformando la cuarteta de oro con Dostoyevsky, Tolstói, y Gógol, colosales exponentes de la moderna literatura rusa. Tres días antes se había enfrentado en duelo a su cuñado Georges d’Anthes, de quien se decía había tenido una aventura con la bella Natalia, esposa de Pushkin.

El genio de las letras fue impactado primero, y su cuñado sólo fue alcanzado en un brazo. Las sanguijuelas aplicadas a su vientre le dieron algo de alivio y el opio un poco más, pero para los facultativos que lo atendieron, estaba decidido: el autor de la novela en verso Eugene Onegin moriría en medio de tremendos dolores. Pidió sus pistolas para acabar con su vida y le ofrecieron los sacramentos. Testó a favor de Natalia y sus cuatro hijos. Tenía apenas 39 años, y antes de morir acostado en un sofá en su casa, murmuró a su esposa: “La vida se ha acabado”, no sin antes recordar su poema sin título que dice: “¿Y dónde me citará el destino con la muerte?/ ¿en la batalla, en mis viajes o en los mares?”. A su muerte, el zar Nicolás I pagó sus deudas y le concedió a su esposa una pensión. Georges d’Anthes fue desterrado, y la moraleja de esta historia es que los chismes nunca traen nada bueno. Posteriormente se demostró que no hubo tal infidelidad de su esposa, sino que era tanta la envidia que despertaban entre los hombres él, y las mujeres ella, que alguien urdió cómo vengarse de esa exitosa pareja, inventando ese flirt que terminó siendo un rumor a voz en cuello. El mundo pierde de esa triste forma un talento que pudo darle muchas más satisfacciones y motivos para vivir. Antes de reaccionar ante cualquier engañifa, es necesario meter la cabeza en un refrigerador, pues hay gente especializada en maquinar intrigas y chismes.