Mientras en Occidente la mujer contaba poco o nada, las mongolas eran privilegiadas en la sociedad. 

No era extraño que las Cortes pidieran consejo y opinión a las mujeres antes de dar un fallo. La línea dinástica con el paso del tiempo, llegó a convertirse en matrilineal.

Ante la justicia, hombres y mujeres eran iguales. Inicialmente sólo la mujer era ejecutada en caso de adulterio, pero Gengis Kan (1162 – 1227) lo cambió para que en ese mismo caso también el hombre fuese ejecutado.

Igual pasó con el divorcio, que era reservado para los hombres pero también pasó a ser un derecho femenino si la mujer no estaba satisfecha con su marido.

Esta envidiable posición en aquella época, es explicable tal vez porque las mujeres combatían igual que los hombres en las guerras y se dice que eran igual de despiadadas que ellos. Esta imagen de mujer mongola capaz y emancipada estuvo oculta por muchos siglos porque los cronistas masculinos no querían presentar una imagen tan adelantada socialmente hablando de las mujeres porque se hería profundamente el orgullo masculino. Esto es, desde aquellos tiempos ya existía ese sentimiento.