27/Apr/2024
Editoriales

Las pandemias

Hoy que andamos enloquecidos por el Coronavirus, vale recordar otras pandemias que parecían el fin del mundo. La peste de Atenas devastó al mundo griego; entre sus víctimas estuvo el gran Pericles y afectó a entre 50 mil y 300 mil personas. Peste Antonina, en el siglo II devastó Roma y se extendió por toda Italia hasta las Galias. Ardor en los ojos, sed, fetidez en aliento, tos, gangrenas, delirios y muerte a los nueve días. Peste justiniana, comenzaba con una súbita fiebre, hinchazones en axilas, muslos y orejas. Entre peste bubónica y viruela o cólera, mató a 600 mil personas, a razón de unas 10 mil diarias. Peste bubónica o peste negra, asoló a Europa en el siglo XIV; llegó a la India alcanzando a dos tercios de la población, afectando al campo, provocando hambruna. La viruela, introducida por los conquistadores españoles a América, fue aliada de Hernán Cortés en la caída de Tenochtitlán. Desapareció a un tercio de la población indígena de América, hasta 1796 que se encontró la vacuna. El cólera, llegó a Europa en 1830 y causó 30 mil muertes en Londres en menos de dos décadas, hasta que se descubrió que venía en el agua del pozo de Broad Street. En España fue más devastador; en 1843 y 1854 causó más de 300 mil muertos. En el siglo XX llegó a Asia y a África, donde continúa en activo. Fiebre amarilla, así trajeron a América la viruela, los españoles sucumbieron por ella. Aparecía en verano y desaparecía en las estaciones frescas. Esta enfermedad llegó hasta el siglo XIX. La sífilis llegó a Europa de América y se propagó en 1495. Los españoles contagiaron a las prostitutas italianas que la propagaron por toda Europa. En el siglo XX, el 15% de la población europea la padecía, entre ellos Beethoven, Oscar Wilde, Colón, Baudelaire, Van Gogh, Nietzsche, James Joyce y Hitler. La poliomelitis, existe vacuna hace medio siglo, y no distingue entre pobres y ricos. Hubo epidemias en Suecia y Estados Unidos, como la de Nueva York en los años veinte y que se contagiaría el propio presidente Franklin Roosevelt. La malaria o paludismo, mata hoy a medio millón de personas al año, principalmente en África. Gracias al DDT desapareció de Europa, siendo endémica en Grecia o Italia. En España desapareció en los años sesenta. El sida, en 1981 hubo cinco casos en Los Ángeles entre hombres homosexuales y sexualmente activos. En 1982 la bautizaron como Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). El dengue, transmitido por mosquitos, evolucionó hasta convertirse en cuadro potencialmente mortal llamado dengue grave o hemorrágico. La mitad de la población mundial corre riesgo de contagiarse. Cada año son 360 millones y su mortalidad va del 27% en países pobres al 1% en Europa y Estados Unidos. El ébola (EVE) se transmite por animales salvajes y de persona a persona con 50% de tasa de letalidad. No hay aún vacunas; de 1976 a la fecha se han presentado 3 mil 600 casos en África con mortalidad del 76%. Se transmite entre humanos por contacto estrecho y vía sexual. En 2015, Brasil padeció el virus Zika, con complicaciones neurológicas, y luego apareció el síndrome de Guillain-Barré, que provoca la parálisis total. El mismísimo Vaticano hubo de aceptar el uso de la pastilla del Día Después, para evitar el nacimiento de niños con microcefalia. Recordemos que una alerta exagerada del virus N1H1 por el gobierno del presidente Calderón desprestigió y paralizó a nuestro país. Con la globalización, las infecciones viajan y los cercos sanitarios no son eficientes. Una relajación de medidas sanitarias en aeropuertos y fronteras puede desatar una epidemia de cólera, malaria, sarampión o meningitis que incapacite y mate a millones de personas en países tropicales. En Asia, un brote de estas enfermedades podría matar a 1. 5 mil millones de personas y en África unos 400 millones; además de unos 200 millones en el Caribe, centro y sud América. Para la OMS estas enfermedades (cólera, malaria, sarampión o meningitis) están presentes en las regiones más pobres, y matan a 12 millones de personas en el mundo e incapacitan a 7 millones; muchas muertes por estas enfermedades no se contabilizan por falta de registros, análisis y autopsias. La OMS asegura que para las enfermedades emergentes no hay cura por falta de investigación o por la mutación que presentan los organismos transmisores del dengue, el Zika, el Ébola y ahora el Coronavirus.