07/May/2024
Editoriales

¿Qué debemos aprender de la pandemia?

Ha sido mucha la información digital y escrita acerca de la llamada “gripe española” acaecida en 1918, la cual en dos años provocó la muerte de más de 50 millones de personas (rango entre 50 y 100), según la OMS.

 Han pasado 102 años y muchos países del llamado tercer mundo o en vías de desarrollo (esto último suena optimista) África, (población de 1,200 millones de habitantes); América Latina (con 650 millones) seguimos siendo dependientes de lo que en el mundo desarrollado se lleva a cabo, por ejemplo: en una encuesta internacional [realizada por SCImago Institutions Rankings (SIR)] en la cual se clasifican instituciones académicas y relacionadas con la investigación las mismas (500 en total) se centran geográficamente en: China, Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Canadá, España, Japón, Hong Kong, Corea del Sur, Australia, Holanda, Suiza, Italia, Dinamarca, Finlandia, Taiwán, Suecia, Israel, Portugal, Arabia saudita, entre otras (incluyendo algunas transnacionales)

 De América Latina (8 % de la población mundial) - diría que prácticamente excepciones - se identifican: Brasil, Cuba, Argentina, México, (es posible que se me escape alguno) de un total de 42 países; otras indicadores alarmantes lo son a nivel planetario dedicado a la investigación: solo ocupan el 5,1% de las publicaciones científicas; 3.6% de investigadores; 3,4% el gasto en investigación (PIB) y 0.3% de patentes.

 Todas las estadísticas antes mencionadas, establecen un alto reto a nuestros países en invertir mucho más en rubros, como la Educación, Investigación, Salud, Tecnología por señalar algunas, que en particular en lo referente a Educación implica, la revisión exhaustiva de las mallas curriculares o programas de estudio a nivel universitario; nuevas carreras afines a la investigación (más allá que pudiese ser un eje transversal)–, la creación a nivel superior de centro de estudios – investigación especializados (infraestructura, dotación de laboratorios, personal especializado), envío de jóvenes y docentes destacados en el campo de la ciencia a países desarrollados.

 En la Educación Superior se requiere de nuevas especializaciones en el campo de la Salud y todas sus ramas, maestrías, posgrados, que se desarrollen no necesariamente online – que puede ser una parte, innegable – pero que posean un componente altamente práctico.  

 ¿Y por parte de los profesores de la enseñanza media y superior? Si bien la formación en estos niveles de educación va dirigido a una formación general, donde se insiste que en los estudiantes apliquen, investiguen, se requiere de más laboratorios en el área de las ciencias naturales, ligado al reforzamiento del español, sumándole uno o dos idiomas más (inglés, alemán, chino); sistematizar campañas que despierten la vocación por las Ciencias.

 Recuerdo en una reunión sostenida en el Ministerio (o secretaría) de Educación hace algunos años, con la entrada de computadoras por donaciones (inicio del año 2000) a colegios de la enseñanza media, donde un especialista del departamento de currículo, expresaba su preocupación en cuanto a la necesidad de priorizar la cobertura de estudiantes que no asistían a la escuela, analfabetos y no a la introducción de recursos tecnológicos.

 En lo personal lo comprendía – en todas partes de la Tierra hay personas que no asisten a la escuela, hay quienes no han nacido y no tendrán ese derecho – pero habrá que entender a quienes les corresponda en cada instancia, que el desarrollo en la Educación requiere prioridad, una fuerte inversión económica, en recursos humanos, infraestructura, tecnología, durante muchos años.

Que de no lograrlo seguiremos siendo dependientes de todo lo que venga “del extranjero” 

 Hay que desechar la mentalidad del “para hoy” e incorporar lo que se requiere ¡ya! a corto y mediano plazo. Urge.