25/Apr/2024
Editoriales

La Invasión Norteamericana; antecedentes coloniales. Primera parte

La Guerra México - Estados Unidos desarrollada entre 1846 y 1848, derivó en una dramática derrota militar para nuestro país y consecuente pérdida de la mitad del territorio nacional. En la serie de artículos históricos que hoy iniciamos estudiaremos los hechos políticos y militares, así como el leitmotiv de los norteamericanos para invadir la República Mexicana, y las condiciones en que se encontraba el país. ¿Los mexicanos provocaron la disputa? ¿Se trató de una simple operación mercantil de compra – venta? Es claro que ninguna de estas dos preguntas tienen respuesta afirmativa y lo demostraremos a lo largo de estos textos.

 

Panorama inicial

En el año de 1770 existía entre México y las 13 Colonias Británicas, que después conformarían la nación llamada Estados Unidos de América, una enorme franja de territorio semidominado por los franceses. Su polígono abarcaba desde la ciudad de Nueva Orleans en el Golfo de México, hasta la Bahía de Houston en los mares helados del Norte. Esos territorios no estaban poblados y funcionaban como asiento de aventureros franceses que convivían con los aborígenes para el contrabando de maderas, pieles, marfiles de morsas, focas de gran calidad y huesos de animales.

 

Adicionalmente a los problemas propios del contrabando, la frontera franco - novohispana de ninguna forma podía considerarse como una región pacífica. Esto porque desde 1693 había una disputa territorial por la isla La Española; la parte Este -hoy Haití- era dominada por los franceses, y la Oeste -hoy República Dominicana- por los españoles. Los intereses de la corona llevaron a Carlos II ordenar al virrey, el Conde de Galve, que apoyara militarmente a la colonia de la Dominica.

 

De inmediato Galve envió 200 lanceros -Caballería- a luchar contra los franceses a quienes vencieron en el llano llamado La Limonada de la Isla la Española, recuperando el territorio que los francos habían ocupado.

 

La reacción de Francia fue ubicar una parte de su Armada en la boca del Mississippi que les correspondía, y España respondió haciendo lo propio, instalando un Fuerte en Pensacola, el punto más occidental de la Florida Continental.

 

Los Españoles enviaron tropas a Nacogdoches, Texas y los franceses a Natchitoches, Luisiana, los únicos pueblos fronterizos, cuya actividad principal era el contrabando, y en esta ocasión serían teatro de algunas escaramuzas bélicas.

 

Las hostilidades entrambas potencias se mantuvieron hasta principios de 1694 que los franceses se retiraron. Los españoles podían sostener el sitio más tiempo porque sus tropas eran abastecidas eficazmente de Veracruz y Cuba, mientras los franceses apenas recibían víveres de la despoblada Luisiana. Hubo escaramuzas de poca consideración tanto en el mar, como en Pensacola y en Nacogdoches, pero nada de relevancia. Las cosas se mantuvieron en el mismo estado que tenían antes del enfrentamiento, sin embargo, los habitantes de la frontera vivían tensionados.

 

Continuando con la descripción geográfica de la región, entre esa jurisdicción francesa  y las Colonias inglesas había una misteriosa área -hoy Michigan, Ohio, la parte Este de Kentucky y Tennessee- donde nomás centelleaban las fogatas de los comanches, apaches y otros indígenas nómadas y salvajes. Estos indígenas estaban en pie de guerra porque las trece colonias inglesas iniciaban su expansión al Oeste, al lado contrario de donde estaban los farallones militares españoles de La Florida. 

 

Pero luego del poderío militar mostrado al derrotar a Inglaterra, España era la que temía a la nueva y pequeña nación que buscaba crecer su territorio a costa de sus vecinos. Preocupado, el rey Carlos III encargó al Conde de Aranda -culto politólogo de Huesca- un informe que una vez realizado se llamó: Dictamen reservado que el  Excelentisimo Conde de Aranda dio al Rey sobre la independencia de las colonias inglesas después de haber hecho el tratado de paz ajustado en París el año de 1783. 

 

Primera advertencia del peligro que se corría frente a la nueva nación

Dicho informe estaba cargado de advertencias. La primera decía que: “esa república federativa que ha nacido pigmea, mañana será gigante, conforme vaya consolidando su constitución y después un coloso irresistible en aquellas regiones”. 

 

Advertía: “la voracidad del nuevo país, potencia grande y formidable establecida en aquel continente tardará poco en lanzarse sobre los territorios colindantes ¿Cómo es posible que las colonias americanas, cuando se vean en estado de poder conquistar el reino de México se contengan y nos dejen en pacífica posesión de aquel país? 

 

Solución propuesta por el Conde de Aranda

La solución propuesta por el Conde de Aranda – similar a la de Iturbide años después- era enviar tres Infantes que gobernaran como reyes a los virreinatos de Nueva España, Nueva Granada y Perú, poblar el norte con indígenas agricultores, debidamente entrenados como guerreros armados, fortificar el Mississippi y construir una armada para el Mississippi y las tierras heladas del norte hasta el fortín de Nutka (hoy Vancouver), aunque implicara movilizar la mitad de la población del Imperio. 

 

Ignora Carlos III las amenazas, e inicia el crecimiento de Estados Unidos

Pero el rey no hizo nada, sólo guardó en reserva el documento, siendo poco conocido y hasta hace poco tiempo se ha explorado.  

 

Estados Unidos empezó a crecer apoyado en el ‘Destino Manifiesto’. En 1803, para abrir boca, el presidente norteamericano Jefferson compró la Luisiana a Francia. Manuel Gayosso de Lemus -quien fuera Gobernador de Luisiana en el efímero dominio español- en carta al virrey Azanza dijo: "Las miras de estas gentes que en consecuencia del último tratado tanto se nos han cercado [se reconocía la frontera en los 31° y la libre navegación por el Misisipí], son ir ganando terreno hasta poner el pie en el lado occidental del Misisipí para caminar sin estorbo hasta las minas y ricos países de estos reinos. Desde la cuna procuran inculcar esta ambiciosa idea a la nueva generación, entreteniendo a la juventud con relaciones lisonjeras de las riquezas de México y que un día llegarán a poseerlas." 

 

Gayosso de Lemus no vio con sus propios ojos el poderío estadounidense, pero recibió informes sobre máquinas de vapor, entre ellas barcos que competían con los navíos de vela y remos de Nueva España; ni qué decir de los nuevos mosquetes norteamericanos comparados con los arcabuces y serpentines novohispanos. 

 

No se hizo nada

 El capitán Nicolás de Lafora recorrió los presidios de las Provincias Internas de Oriente. En el trayecto identificó y bautizó treinta y seis tribus hostiles, entre ellas a los “Texas” -término que significa ‘amigos’-. Lafora dijo: “estriba nuestra conservación en aquella provincia, donde es poco respetable el nombre español y solamente consentido como amigo, sin otra denominación”. Desde Bejar -San Antonio Texas- hasta Nacogdoches sólo había osos, coyotes, venados, cíbolos y búhos “cuyos canto concuerdan perfectamente con lo lúgubre del país”. 

 

Agrega Lafora: "Texas se halla más de un grado fuera de nuestra línea" es “el único 

Baluarte que esta Nueva España tiene contra la nueva potencia”. Este señor visitó un cordón de 500 leguas de presidios -sitios de avance; fortalezas militares y núcleos de población sedentaria, en el norte de Nueva España-, y los calificó de penosos.  

 

No se mejoraron los presidios, y hasta el obispo Marín advertía 

lo peligroso que era el país vecino

Otra alerta vino de la boca del obispo del Nuevo Reino de León, Primo Feliciano Marín, quien se internó en Texas en 1805, con un séquito religioso y un piquete de soldados proveído por el gobernador Pedro de Herrera y Leyva. Texas era parte de su diócesis, y Marín informó al virrey Iturrigaray  que los norteamericanos sajones consideraban que la frontera debería ser el Río Bravo “en cuyo caso se perdería esta América” sentenciaba el Obispo y que, efectivamente, no había medios para defender el territorio 

 

La profética advertencia del plenipotenciario español Luis de Onís -quien conferenció con el presidente John Quincy Adams en 1809, decía: "Cada día se van desarrollando más y más las ideas ambiciosas de esta república, y confirmándose sus miras hostiles contra España: V. E. se ha enterado ya por mi correspondencia, que este gobierno se ha propuesto nada menos que fijar sus límites en la embocadura del Río Norte o Bravo, siguiendo su curso hasta el grado 31 y desde allí tirando una línea recta hasta el mar Pacífico, tomándose por consiguiente las provincias de Tejas, Nuevo Santander, Coahuila, Nuevo Méjico y parte de la provincia de Nueva Vizcaya, y La Sonora”. 

 

La escasa presencia del Nuevo Reino de León en las Cortes españolas

Durante el inter regno provocado por la prisión de Carlos IV y Fernando VII, la soberanía de España fue ejercida por unas Cortes a donde comparecieron diputados de todo el Imperio. De las Provincias Internas de Oriente solo compareció el diputado de Coahuila, Miguel Ramos Arizpe; por el Nuevo Reino de León y Texas se eligieron diputados pero no llegaron, y el Nuevo Santander -Tamaulipas- por ser Colonia se quedó en el limbo. 

 

Busca Francia sorprender a las autoridades de Nueva España

En plena prisión de Carlos IV se dio un incidente con Francia en las provincias Internas de Oriente. En Nacogdoches se presentó el general francés D’Alvimar -supuesto enviado de Napoleón- pretendiendo hacer un viaje por tierra para instaurar como virrey al marqués de Saint Simon. Ipso facto fue aprehendido por el gobernador de Texas Antonio Cordero y Bustamante, trasladado al Juzgado de Monclova, de ahí al Perote, Puebla, luego a San Juan de Ulúa, Veracruz, y finalmente repatriado a Francia.

 

El diputado Coahuilense Miguel Ramos Arizpe y el de Nuevo México, Pedro Bautista Pino, expusieron ante las Cortes el abandono en que el norte de Nueva España se encontraba, y que no tenían forma de defenderse de un ataque estadounidense, ni de cualquier otra potencia, pues se encontraba no sólo en total abandono, sino desprovistos de recursos propios para pelear. 

 

Derrota Arredondo a Gutiérrez de Lara

En agosto de 1813 se sumaron a las fuerzas insurgentes de Bernardo Gutiérrez de Lara un grupo de estadounidenses, que aportaron modernos rifles al Ejército Insurgente del norte. Joaquín de Arredondo salió a su encuentro y en un predio al norte del Béxar, se enfrentaron; Gutiérrez de Lara y sus jefes lograron escapar, pero fueron derrotados absolutamente por Arredondo.

 

Entre los soldados de Arredondo andaba Francisco Ignacio Elizondo, el traidor de Miguel Hidalgo, a quien se le encomendó pasar a cuchillo a todos los cautivos texanos, tamaulipecos y estadounidenses, mandato que realizó ‘satisfactoriamente’. 

 

El pusilánime de Fernando VII regaló Florida a Estados Unidos

Fernando VII -disminuido por las enfermedades propias de su cuna endogámica- era también cobarde, y temía que los estadounidenses cruzaran el Río Mississippi. Así que en 1817, a cambio de la promesa de no hacerlo, les concedió ambas Floridas -la Peninsular y la Continental-. Estados Unidos ocupó las dos Floridas, pero no firmó el tratado que le obligaba a no cruzar el Mississippi. España siguió considerando a las Floridas parte del territorio Español hasta 1821, cuando las Cortes reconocieron que de hecho el territorio estaba ocupado desde 1817 por los estadounidenses.

 

Félix Calleja, entonces intendente de San Luis Potosí, no ocultó su molestia y escribió  al rey diciendo que los estadounidenses “trúhanes, violentos, furiosos y desalmados” no tenían límites y que viniendo de tierras “heladas y miserables pantanos” jamás dejarían de codiciar nuestro paraíso”. 

 

Comienza la labor de inteligencia política para complicar la vida al país

En 1818 un grupo de indios lipanes se rebeló en las cercanías de Nacogdoches. Casualmente sus rifles eran norteamericanos y, por esas fechas, comenzaron a volverse violentos los contrabandistas norteamericanos estrenando el motete de ‘filibusteros’ -que iniciaban guerras o provocaban ataques a otras naciones con ejércitos privados sin autorización oficial de un gobierno legítimo o negando la existencia del permiso-.

 

Algunos meses antes de que se diera el Plan de Iguala y se lograra la Independencia Nacional, Moisés Austin llevaba muy avanzados los trámites para formar una colonia sajona en Texas.

 

Con todas esas amenazas, terminó la Colonia; cuando los estadounidenses estaban en el Mississippi nació México, uno de los imperios más grandes, ricos y prósperos del mundo.

Continuará…  

 

FUENTES  

https://www.academia.edu/19844489/Las_advertencias_del_conde_de_Aranda

 

Alberto Ma. Carreño, La diplomacia extraordinaria entre México y Estados Unidos. 1789-1947. Ed. Jus, México, 1961. 

Nicolás de Lafora, Relación del viaje que hizo a los Presidios Internos, situados en la frontera de la América Septentrional. Ed. Robredo, México, 1939. 

Informe de Hugo de O'Conor sobre el estado de las Provincias Internas del Norte. 1771-76. Anotaciones por Francisco R. Almada. Ed. Cultura, México, 195 

 Luis de Onís, Memoria sobre las negociaciones entre España y los Estados Unidos de América. Introducción y notas de José Bravo Ugarte. Ed. Jus, México, 1966. 

Documentos de don Félix Calleja sobre la defensa de la Nueva España contra los Estados Unidos. 

Calleja había recorrido las Provincias Internas en 1794: Informe sobre la colonia del Nuevo Santander y Nuevo Reino de León. 

Vicente Riva Palacio et altre; México a través de los Siglos, Tomo IV y V, editorial Cumbre.

Lucas Alamán, Historia de México, tomo III, Fondo de Cultura Económica