27/Apr/2024
Editoriales

Lo que cuestan las mañaneras

El presidente López Obrador revolucionó las formas de comunicar, pues todos los días actúa en un largo programa mañanero en donde él es siempre la luminaria.

 Desde luego que sus altos niveles de popularidad se derivan, en nuestro criterio, de su habilidad para fijar la agenda pública por conducto de ese programa, y de los apoyos sociales que en forma directa se entregan en propia mano a millones de mexicanos vulnerables.

  Porque ciertamente ahora existen las redes sociales que también informan, pero en breve lapso se desprestigiaron por publicar demasiadas ‘Fake News’.

 Al principio sorprendieron a los cibernautas, pues muchas veces los ‘bots’ publican al unísono en varios sitios de internet ‘legitimando’ así lo publicado, aunque sean mentiras.

 Pero tras comprobarlo, la opinión pública exige ahora que lo publicado en las redes sea corroborado por los medios tradicionales de comunicación, es decir, que los periódicos digitales e impresos avalen cualquier ‘nota volada’.

 Por opinión pública se entiende los pensamientos y sentimientos populares de los personajes públicos y del gobierno en general; su variabilidad es alta pues suele ser consecuencia de los eventos sucedidos cotidianamente. 

 La opinión pública nunca representa la unanimidad y por ello ahora, de nuevo, los medios de comunicación debieran tener una gran influencia en la formación de esa opinión pública. 

 Porque la fuerza gobierna, pero es la opinión pública quien mueve a la fuerza. 

 Es por ello que se lucha para ganar la opinión pública; una baja en su popularidad es lo peor que puede sucederle a gobierno alguno. 

 En todas las democracias se celebran largas jornadas de trabajo y discusión para interpretar las señales del público cuando reprueba o apoya sus eventos o programas, pero en México lo único que vale es lo publicado en Las Mañaneras. 

  La opinión pública se mide con procedimientos que se actualizan cotidianamente y, según se desprende de los resultados recientes de encuestas de opinión, pareciera ser que a los mexicanos les agrada que los políticos y gobernantes cometan actos que hasta hace poco tiempo eran condenables, y obligaban a declinar al sujeto sorprendido celebrándolos. 

  Ahora Segalmex fraudulentamente ‘perdió’ 15 mil millones de pesos, pero ni esto registra una baja significativa en el apoyo popular, que sigue siendo bueno para el gobierno federal, y en el colmo, el director de esa paraestatal fue promovido a Gobernación.

 

 La única explicación de esto es, como alguien postula, que las mañaneras son la cuota que pagamos los mexicanos por aceptar vivir divididos…