02/May/2024
Editoriales

Ónde andas, Bartola…

Este año de 2022 es uno absolutamente fatal para la economía del pueblo. 

El pasado día primero de enero entró en vigor el nuevo salario mínimo, con un incremento de 22 por ciento, el más alto de las últimas tres décadas.

Sin embargo, la inflación en la primera quincena de marzo es de 7.29 por ciento, es decir que todo se ha incrementado en ese porcentaje: el transporte, la alimentación, los servicios públicos, la ropa, los libros, etcétera, cancelando el aumento al salario mínimo.  

Lo peor es que la inflación reportada no corresponde a la realidad, pues hay artículos que se dispararon por encima del presupuesto de las familias clase medieras.   

Ellas tienen casa propia, o la están pagando, y tuvieron que absorber un incremento al impuesto predial que va de un 15% hasta el 40%. 

Están anunciadas nuevas tarifas en el transporte y en el agua, haciendo chiquito el dinero, 

y ahora los padres de familia deben imponer en casa algunas medidas draconianas (De Dracón, legislador que postulaba que todo delito se castigaría con la pena de muerte). 

Hoy esto es más difícil que antes, porque los jóvenes actuales se criaron con satisfactores de más. Antes les poníamos medias suelas a nuestros agujereados zapatos; las madres de familia volteaban los corroídos cuellos de las camisas del uniforme escolar; y la ropa se compraba grandecita para que sirviera todo el año a pesar del crecimiento corporal, correspondiendo ‘al duende’ la decisión de si esa ropa servía al hermano menor. 

Escuchamos y vemos todas las mañanas frases alegres con risas, pleitos con periodistas, puyas contra otras naciones, y descalificaciones a grupos de mexicanos torpes que no piensan uniformemente cual debieran, para ser un país de gente pobre y feliz.

Cómo quisiéramos volver a escuchar a nuestro querido Chava Flores con aquella canción que decía: Mira Bartola, ahí te dejo esos dos pesos/ pagas la renta, el teléfono y la luz/de lo que sobre, ahí lo dejas pa’ tu gasto/guárdame el resto para echarme mi alipus…