03/May/2024
Editoriales

Mi Reino por un caballo

El rey Ricardo III enfrentaba a Enrique, conde de Richmond por la gubernatura de Inglaterra, y antes de la batalla de Bosworth mandó a su hombre de confianza a revisar su caballo predilecto para que estuviera en buenas condiciones.

El herrero advirtió que una de las cuatro herraduras estaba floja y para moldear una nueva requería más tiempo, pero el segundo del Rey decidió que el caballo fuera así a la batalla. 

En el combate, Ricardo III -hábil jinete desde su infancia- cabalgaba de un lado a otro arengando a sus soldados, pero al dar un giro doble -‘reguilete’- su caballo perdió la herradura floja y con ella la estabilidad, rodando por los suelos con todo y el Rey.

De inmediato fue rodeado por los enemigos y, agitando su espada en círculos para que no se acercaran, el Rey gritaba: ¡Un caballo! ¡Mi Reino por un caballo!

No hubo ningún caballo para el rey Ricardo III y la histórica batalla terminó trágicamente.

Esto se parece a lo sucedido al ex gobernador Jaime Rodríguez Calderón, que en 2018 cabalgaba en su brioso ‘Tornado’, caballo frisón holandés, que costaba 250 mil USD, durante la campaña por la presidencia de México, para pelear con López Obrador quien lo derrotó.

Mientras él iba a la batalla electoral dejó a su hombre de confianza Manuel González en la gubernatura, encargándole que recabara con sumo cuidado las firmas necesarias para su registro, y viera la forma de recabar recursos para la campaña, dentro de la ley.

Pero se dedicó a despilfarrar el poder político en pleitos menores con olor a vendettas y lucimientos propios, olvidándose de la asepsia en conseguir los apoyos, cometiendo acciones calificadas como delito por las más altas autoridades electorales -el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)-.

El resultado es que Jaime Rodríguez Calderón está mascando barrote en el penal de Apodaca y Manuel González acusado de desvíos económicos. Su detención cayó como balde de aceite hirviendo a quienes escalaban las paredes del castillo de la impunidad, pues se ve difícil que puedan escabullirse de la justicia, ya que el gobernador Samuel anda echáo pa’lante. 

A quienes se dedican al viejo truco de la política, les recomendamos que se vean en ese espejo de Rodríguez Calderón, pues el que quiera miel debe soportar los agujones de las abejas. Porque a Jaime y a Manuel, ni regalando a Tornado, les darán de nuevo el reino.