28/Apr/2024
Editoriales

Qué dieran los gringos por hablar nuestro idioma

Para consolidar nuestra opinión favorable al hermoso idioma español, vale mencionar que en el inglés -idioma que hoy por hoy es el más hablado en el mundo-, hay demasiados casos en los que una palabra tiene varios significados, como ‘you’ que significa tú, usted, o ustedes.       

La letra ‘e’ en algunos casos no se pronuncia, como en ‘come’, ‘hate’, ‘side’, ‘Kate’. Se pronuncia como ‘i’ en ‘be’, ‘she’, o ‘he’. Además cuando la ‘e’ es doble, se pronuncia como ‘i’ tal como sucede en ‘need’, ‘feed’, ‘cheese’; también se pronuncia como ‘i’ en el dígrafo ‘ea’, como en speak, please (palabra en la que también se omite la ‘e’ al final), read; y otros muchos ejemplos, mostrando la gran diferencia con nuestro español que se pronuncia tal como se escribe. 

Así que resulta interesante saber que Samuel Johnson (1709 – 1784) publicó un diccionario en inglés que, sin ser el primero en hacerlo, llamó la atención de los lingüistas debido a la calidad de sus definiciones, convirtiéndose en referencia de subsecuentes diccionarios. 

Este Johnson, desde luego, era un hombre de letras sin llegar a destacar, pues ciertamente escribía poesías y algunos ensayos, pero más bien podríamos calificarle por su oficio como un periodista de talla mediana. 

Pero de tonto no tenía un pelo, así que cuando el pintor James Boswell -quien decía que era un tonto- una vez platicaron y Boswell quedó impresionado por su elocuencia. Es que hasta la época de Shakespeare, nadie se preocupaba por reglas ortográficas, el inglés de un escritor era muy diferente al de otro. Pero la literatura en inglés comenzó a leerse en toda Europa y ello reclamaba una gramática estandarizada, y comenzó a perfeccionarse hasta que hoy día el inglés es un idioma correcto, digamos. 

El caso es que en 1755 tras nueve años de trabajo, apareció el diccionario de Johnson. 

Su estilo se apoya en ejemplos. Para definir la zeta dice: “zeta. Sust. Nombre de la letra z. ¡Zeta, letra superflua! Shakespeare”. También en su diccionario transmite mensajes, como por ejemplo, al definir “avena” dice: “un cereal, que en Inglaterra suele darse a los caballos, pero en Escocia alimenta a la gente”. 

Pegó mucho porque los ingleses tienden a exagerar cuando una persona o país le cae mal, o al revés, la llenan de elogios cuando les simpatiza. 

Seguiremos tratando de comprender otras lenguas y comparándolas con nuestro inigualable español.