09/May/2024
Editoriales

ELISEO ALBERTO

A Polo, Medalla al Mérito Cívico.

 Hijo del gran poeta cubano Elíseo Diego, nació en Arroyo de Naranjo, Municipio de La Habana el 10 de septiembre de 1951, poeta, guionista, gran novelista que huyó de Cuba para refugiarse en México donde desarrolló gran parte de su obra, adoptó la ciudadanía mexicana en 1990 y falleció joven, víctima de una insuficiencia renal el 31 de julio de 2011.

 Había hecho gran parte de su carrera en La Habana, donde en su Universidad obtuvo la licenciatura en periodismo. Rápidamente escaló gracias a su capacidad y dedicación ; fue director de la Revista “El Caimán Barbudo” y sub-director de la revista “Cine cubano”, también fue maestro de la ya famosa Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños. En México fue director del Centro de Capacitación Cinematográfica . Soñó con ser pianista y ganar torneos de ajedrez.

 Considero que su mejor faceta la desarrolló como novelista, algunos de sus trabajos -extraordinarios por cierto- se hicieron películas, algunas que recuerdo fueron ”La paloma de Marsella”, “Guantanamera” (1997) y “Esther en alguna parte” (2013), esta última resultó una película extraordinaria que lamentablemente no la vio “Lichi”, como cariñosamente le llamaban sus amigos. En lo que coinciden todos, es que era un ser humano excepcional. Amigo que le presentaban era amigo que no se olvidaba de él. Siempre le encontraba una virtud hasta a su peor enemigo. Nunca se sintió exiliado porque decía que llevaba a Cuba en el corazón.

 Su primer libro fue “La fogata roja”, con la cual obtuvo el Premio Nacional de la Crítica en La Habana. Luego escribió “La eternidad por fin comienza un lunes” escrita entre 1987 y 1991, la segunda edición en México en 2001, su título es una frase de su padre en uno de sus poemas. Luego vendrían sus grandes éxitos “Caracol Beach” (Alfaguara 1998), “La fábula de José” (2000),

 “Esther en alguna parte “ (2005), “El retablo del Conde” (2008). Dejó para el final, el polémico libro que le costó su exilio “Informe contra mí mismo” (1978) , publicado en el extranjero, donde narra cómo las autoridades cubanas le piden que haga un informe contra su propia familia.

 “La novela de mi padre” es un libro íntimo, de nostalgia y ternura, que Eliseo  lo comenzó a raíz de unos papeles encontrados en La Habana por su hermana gemela Josefina (Fefe), que no alcanza a terminar. Reseña su infancia en una Cuba evocadora, llena de nostalgia y sentimiento. Podría decirse que es un desahogo al amor que siempre sintió por su padre, el más grande poeta que vió nacer Cuba.

 Escribía en un diario de circulación nacional los jueves, y sus crónicas son recopiladas en el bello libro “Viento a favor”(2012) ( ediciones cal y arena), donde relata parte de su vida cada semana, desde un encuentro con Olga Guillot en su departamento de la Ciudad de México (Miénteme más), o una conversación con el “Rey del mambo” Pérez Prado o las enternecedoras crónicas de la muerte de su padre, los gratos recuerdos de su madre Bella Esther García Marruz, hermana de otra grande de la poesía cubana, Fina García Marruz esposa del gran Cintio Vitier, en suma, una familia de intelectuales que marcaron toda una época cubana. Narra también la sorpresiva visita a su casa de La Habana, un miércoles cualquiera de 1975 cuando Gabriel García Márquez toca la puerta y dice que quiere conocer al poeta Eliseo Diego, su padre.

 A propósito de García Márquez, cuando Eliseo llegó a México, vivió un tiempo en la casa del Premio Nobel en San Ángel, ya que había cultivado una gran amistad en La Habana, amistad que se interrumpió a raíz de la publicación de “Informe contra mí mismo”. Sin embargo Lichi no era hombre de rencores, siguió respetándolo y escribiendo sobre él, como siempre.

 Aparte del Premio ya mencionado, recibió el Premio Alfaguara (1998) por su libro “Caracol Beach,” (compartido ese año con Sergio Ramirez por ( “Margarita, está linda la mar” ) y el Premio Gabino Palma por “Informe contra mí mismo”. Otro dato; nunca lo vi, pero tengo amigos que lo conocieron y cuando les pido que me platiquen de él, no dejan de escapar una lágrima en su recuerdo. Fue una persona generosa con los amigos, “la amistad es mi

religión y mis amigos son mis dioses”, - su casa siempre estaba llena de ellos- en una conversación interminable sobre algún libro en proyecto o el artículo que acababa de publicar. Escribió hasta el día de su muerte, una vez que logró conseguir un riñón, que le fue trasplantado en el Hospital General, escribió un artículo de agradecimiento a todas las enfermeras y médicos que lograron la hazaña, recordando a Pablo Neruda:

Queda prohibido llorar sin aprender,

Levantarse un día sin saber qué hacer,

Tener miedo a tus recuerdos,

Queda prohibido no sonreír a los problemas,

no luchar por lo que quieres,

abandonarlo todo por miedo,

no convertir en realidad tus sueños.

Queda prohibido no demostrar tu amor.

Queda prohibido dejar a tus amigos.

Queda prohibido olvidar a toda la gente que te quiere,

Sin embargo, después, el domingo 31 de julio, Lichi alzaría el vuelo, no sin antes escribir su última columna, rematándola con una evocación a su padre: “este domingo, el sol claro, salió claro a la mañana siguiente”. Lo dijo el poeta Eliseo Diego, mi padre “la eternidad por fin comienza un lunes”

Cada lunes

Cualquier lunes.

 

Fue un excelente artesano de la palabra, hoy que se cumplen 12 años de su partida, el mejor homenaje es releer su magnífica obra.