Mayo 23 de 1844: Benjamin E. Green, encargado de negocios de Estados Unidos en México, informa a José María Bocanegra, ministro de Relaciones, que su país firmó la anexión de Texas.
Esto es el eslabón que cierra la cadena de intrigas que provocaron la separación de Texas pues desde el principio del conflicto político y después el armado, se vio la mano que movía esa cuna tenía sus brazos, cuerpo y cerebro en Washington, ya que los colonos de origen sajón –iniciadores de la revuelta independentista- fueron los que emanciparon a la mayoría de los texanos pero sostenían que su movimiento era ajeno a los intereses norteamericanos y "sólo" querían que Texas fuera una República soberana.
Una semana después, 30 de mayo, el ministro Bocanegra responde a Green que México no renuncia a sus derechos sobre Texas en aras de sostener la integridad de la nación, y que el presidente Valentín Canalizo no tomará acciones hasta que haya el cambio del poder Ejecutivo, pues Antonio López de Santa Anna ya había sido declarado presidente electo. Así, el 4 de junio rinde protesta Santa Anna una vez más como presidente de México y anuncia en su toma de posesión que el general Isidro Reyes será el ministro de guerra, sustituyendo a José María Tornell, y nombra a Canalizo el jefe de la plana mayor del ejército.
Como parte de las pomposas ceremonias, se asiste a un Te Deum en Catedral, pues se avecinan tiempos de lucha. Un poco antes, el 22 de abril, John Tyler, presidente de Estados Unidos, había turnado al Senado el tratado con Texas en donde se anexaba a su país. Sin embargo, en Estados Unidos había campañas electorales y el Senado rechaza esa iniciativa por 35 votos en contra y 16 a favor. Pero esta resolución senatorial es tomada a bote-pronto por el candidato demócrata James K. Polk, quien modifica sus lemas de campaña para incluir la "reanexión" de Texas, y "reocupación" de Oregon, lemas que le llevan a la victoria, para desgracia de México. Por tanto, estaba "cantada" la guerra contra México para arrebatarle los territorios nórdicos, así que lo sucedido no es más que el colofón de un plan elaborado en décadas anteriores, pues El Destino Manifiesto de esa nación le obligaba a crecer en todos los sentidos, incluyendo desde luego el territorial, para dominar el mundo. Uf.