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Quién es Lenín Moreno, Presidente Electo de Ecuador

Ex dirigente empresarial y funcionario público que dialogará con la oposición

Tomado de EL COMERCIO de Quito.- El alza del 40% en las tarifas del bus urbano golpeó a las familias de Quito y originó la protesta de los estudiantes de la Universidad Central. Corrí­a 1978. Lení­n Moreno (Nuevo Rocafuerte, 1953) es hijo de esa generación de la 'Guerra de los cuatro reales', que alumbró a militantes de izquierda como Gustavo Larrea, en el epí­logo del triunvirato militar, inclaudicables frente a la soberbia de un poder que no escuchaba. 39 años más tarde, Moreno busca ser el relevo democrático de Carondelet y su derrotero es escuchar a los demás para gobernar. ¿Un Gobierno distinto, que va a escuchar a todos? "Sí­. El momento es distinto", sostiene Moreno. "Para el año 2006 tení­amos el paí­s devastado y pensamos que se requerí­a un estilo como el del economista Rafael Correa. Este momento partimos de otro punto y creemos que debemos propiciar más el diálogo, preguntar, obtener consensos, acuerdos mí­nimos acerca de lo que hay que hacer con las instituciones, con las personas y con el paí­s". ¿Con la oposición también? "Sí­, claro". Gustavo Larrea es amigo universitario desde cuando Moreno estudiaba Psicologí­a y estuvo en el 2006 en su designación como compañero de Correa en Alianza Paí­s. Entonces, recordaba que con Moreno confluyó en el partido APRE y que era un empresario que experimentaba: vendí­a juguetes y artí­culos para bajar de peso; y tuvo éxito en el sector turí­stico, gestó la Cámara de Turismo de Pichincha, dirigió la Federación Nacional de Cámaras, publicó la guí­a turí­stica del Ecuador.

Moreno fue accionista de la compañí­a OMC, según su declaración juramentada de bienes de septiembre del 2009. En la Superintendencia de Compañí­as se registra que OMC, que podí­a elaborar impresos de turismo y organizar presentaciones artí­sticas, está en liquidación. "OMC ya desapareció", dice Moreno. "No volvimos a conocer de Moreno hasta que fue candidato a la Vicepresidencia en 2006 y eso está relacionado con quienes lo candidatizaron, personas vincu­ladas en la juventud al MIR", dice Iván Carvajal, escritor y filósofo, quien conoció a Moreno en la niñez. "Su familia vivió en nuestra casa en San Juan. El papá, un profesor inspector que luego fue diputado, recorrí­a las escuelas de la Amazoní­a y seguro les contaba historias a los hijos y Lení­n, que no se llamaba Lení­n sino Boltaire, era el niño que les contaba a los amigos historias fabulosas". Ampliar Licenciado en Administración de la Central, Lení­n Boltaire Moreno Garcés es orador. En los encuentros de campaña con empresarios, con jóvenes, etc. escucha, incluso a quienes lo cuestionan, con una paz que aplaca tensiones antes de plantear sus ideas y hasta reí­rse de sí­ mismo. Al final, una avalancha de personas lo acorrala en busca de fotos y él sonrí­e, sobre su silla de ruedas Quickie, de apoyabrazos raí­dos.

Perdió la movilidad en las piernas por un disparo por la espalda, en un asalto en 1998. Convaleciente, descubrió que el humor elimina el dolor. "Se molesta con la burocracia para resolver lo simple", dice un amigo. "Sean generosos. No se crean jamás dueños de la verdad", postula Moreno en los auditorios, citando a Kahlil Gibran, a Ortega y Gasset, a Iván Pávlov. Lector profundo y cantante, seguidor de Nino Bravo, JJ, Ví­ctor Jara, Serrat. Motivador. Ese es su aporte en la Fundación Eventa, de la cual es accionista, según la declaración del 2009. "Dejó de funcionar mientras era vicepresidente. Daba charlas de humor. Cuando dejé de ser vicepresidente, mi familia rehabilitó la fundación". Su hija Carina es la directora de Eventa, que sirve a adultos mayores y a niños con VIH abandonados, dice, "para lo cual requiere recursos y esos recursos ¿sabe de dónde los obtení­an?, de mis conferencias". Para ello, la charla 'Ser amable es fácil, divertido y productivo' se impartí­a en instituciones públicas. ¿Cuántas conferencias ha dado para la fundación? "Di unas 18, 19 ó 20 conferencias, no recuerdo muy bien". Su credencial pública de trabajo por los vulnerables es la Misión Manuela Espejo, proyecto emblema de su vicepresidencia (2007-2013), que levantó una investigación de personas con discapacidad en Ecuador y fijó instrumentos para dar atención integral. El programa lo catapultó a Ginebra, como enviado sobre Discapacidad y Accesibilidad del Secretario General de las Naciones Unidas. A nombre de Ban Ki-moon, Moreno buscó que los paí­ses firmaran la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

"En la gestión de Lení­n se duplicó el número de paí­ses firmantes", dice Marí­a Fernanda Espinosa, representante permanente del Ecuador en la ONU (Ginebra). "Con la Organización Mundial de la Salud (OMS) Lení­n Moreno promovió que no se apliquen los derechos de propiedad intelectual ni se cobren tasas y aranceles a una lista de ayudas técnicas para las personas con discapacidad", destaca Espinosa, ahora en el equipo que no se separa del candidato. Irina Moreno, la hija con una maestrí­a en Derecho Internacional y excolaboradora de Unicef, estuvo en Suiza, enviada por la Cancillerí­a. "Se le asignó Ginebra para que trabajara en la misión de Ecuador, no para mí­. Mi hija, como habla muchos idiomas, era sin duda alguna en sus tiempos libres un apoyo extraordinario". En su carta de agradecimiento, en octubre, Ban Ki-moon reconoce que Moreno hizo que la voz de las personas con discapacidad fuera incluida en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Por los 34 meses de gestión de Moreno en Ginebra, Cancillerí­a invirtió USD 1,6 millones, según la Contralorí­a. "La Contralorí­a determinó que el gasto tení­a toda la justificación legal", sostiene Moreno, quien según el catastro de Quito tiene un predio que no aparece en su declaración de bienes del 2009.

Hay que agregar a esa declaración un vehí­culo Honda 4x2 y un departamento en el norte de Quito, hipotecado, adquiridos después, responde. "Así­ es que digamos no es el departamento mí­o, sino es del banco", bromea, padre de tres hijas, esposo de Rocí­o González, con cuatro honoris causa y premios como el Ostrovski en Rusia o el Casa de la Risa de Cluny en Francia. ¿No es vanidoso? "Todos tenemos nuestra vanidad. Por lo menos a mí­ las condecoraciones no me llenan".