26/Apr/2024
Editoriales

El fin de la ideología

 

Hemos visto a muchos personajes públicos cambiar de partido político como si se tratara de cambiar un pañuelo por un paliacate. No les importa si el partido anterior estaba en favor o en contra de alguna ley o principio y ahora el nuevo partido esté en posición antónima.

Y lo más preocupante es que buena parte del electorado está ahora votando, no de acuerdo a la ideología del partido o a las propuestas del candidat@ en campaña, sino sólo por simpatía o atracción personal.

Si algún candidat@ les hace reír, o tiene “sangre ligera”, o está guap@, no importa su biografía, ni su cuadro de ayudantes, vota por él o ella y punto.     

Esto me recuerda la fábula de cuando, en tiempos de guerra, se hallaba un Leñador en el monte y oyó cercano el tropel de uno de los ejércitos beligerantes.

Temiendo que se llevaran su burro, que era el activo más importante en su empresa, rápidamente lo cargó de ramas y le arreó para que no lo vieran las tropas que peleaban.

Empero el animal, ya insensible a los palos, en vez de correr se paró a presenciar la llegada de los soldados.

_¡Huye infeliz! –gritó el leñador- ¿no ves que pueden robarte?

_Ya lo veo –contestó el asno-, pero ¿esos soldados me cargarán con el doble de lo que tú me cargaste?

_No es eso lo que temo –replicó el cargador-, sino que te lleven.

Y el burro contestó:

_Pero a mí lo que me preocupa es la carga. Lo mismo me da ser bestia de Leñador que de Soldado.

Así, la actitud del electorado es de desilusión ante todo y de todos los que le han gobernado. Sólo quiere un cambio y considera que no puede estar peor que antes, por eso ya no toma en cuenta la ideología del partido ni lo que le prometen en campaña.

Estamos ante el peor escenario posible, pues cualquiera puede gobernar y no siente compromiso de nada ni con nadie.

El problema real es que sea quien gane nos va querer cargar con más leña de la que podemos mover.