26/Apr/2024
Editoriales

Fulano, zutano y mangano

Muchas veces escuché a mis mayores referirse a “fulano de tal”, y de niño pensaba que se trataba de un señor de nombre raro. Cuando más o menos comenzaba a descifrar el significado me lo complicó más mi tío Beto Benavides que se refirió a fulano y a ¡zutano! Y muy pronto acabé totalmente confundido cuando mi padre dijo: _Iban muy quitados de la pena fulano, zutano y mangano...

Hubo de pasar buen tiempo para que yo entendiera que se trataba de un sustantivo para suplir el nombre real de alguien que no se sabe o no se quiere expresar a propósito. No hace muchos años investigué que “fulano” viene del árabe “fulán”, que significa tal, o cualquiera.

Para referirse a una persona ahora se utiliza en tono despectivo, y si se trata de una mujer, lo que se pretende es ir más allá, decirle ramera o prostituta. No ha faltado quien lo haga derivar de los nombres latinos Fabulano y Stanano, que eran unos oscuros dioses romanos que enseñaban a los niños a hablar y a andar, respectivamente. Pero otros autores postulan que vienen del hebreo “feloni” que es “cualquiera”; a través del árabe plunen; mientras zutano viene de la interjección ¡cit! o ¡zut! Que se usa para llamar y luego nombrar a un desconocido cualquiera del que no se sabe el nombre: don Zutl, y luego adaptada a la terminación de fulano. Por su parte, mengano apareció ya en la forma “mancana” y, aunque no se sabe su procedencia, probablemente venga del árabe man kan que significa “quien sea, uno cualquiera”. Lo que no escuché de niño, sino hasta que ya era mayorcito, es el término “perengano”, y qué bueno pues ese viene de “Perencejo” que aún se emplea en algunas partes de la Madre Patria. Con lo albureros que somos los mexicanos, podríamos darle otro significado.