Internacional

Trump enfría la situación y anuncia nuevas sanciones pero no un ataque contra Irán

Donald Trump acaba de anunciar en un discurso a la nación que “mientras sea presidente, Irán nunca tendrá el arma nuclear”. El mandatario de EE UU anunció nuevas sanciones contra Teherán horas después de que Irán haya bombardeado dos bases militares en Irak con presencia de soldados estadounidenses. Trump también confirmó que no ha habido muertes de soldados americanos, tal y como ha afirmado Teherán, que cifra hasta en 80 los fallecidos en los ataques. Según el inquilino de la Casa Blanca, un sistema de alerta temprana evitó que haya habido bajas entre las tropas.

 

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«¡Todo está bien!», había escrito en Twitter el presidente Trump en cuanto trascendió la noticia del ataque «Misiles lanzados desde Irán en dos bases militares ubicadas en Irak. La evaluación de víctimas y daños tiene lugar ahora. ¡Hasta aquí todo bien! ¡Tenemos el ejército más poderoso y bien equipado en cualquier parte del mundo, con diferencia! Haré una declaración mañana por la mañana».

Sus palabras fueron acogidas en Washington con una mezcla de respeto y prevención, mientras los líderes de países que podrían verse implicados por una posible guerra, como la Turquía presidida por Erdogan, reclaman el enfriamiento de la situación. Todos ellos urgen a que comparezca la diplomacia. Temen verse salpicados por la deflagración de una guerra de consecuencias potencialmente devastadoras.

A todo esto el Congreso, dominado por los demócratas y presidido por Nancy Pelosi, insiste en pasar una votación a fin de limitar y reglar los poderes del ejecutivo para declarar la guerra a Irán. El empeño, anunciado por la propia Pelosi este mismo domingo con una carta dirigida a los congresistas de su partido, adolece de problemas elementales de timing, por cuanto no se espera la votación antes de la semana próxima. Una eternidad si tenemos en cuenta que para entonces es perfectamente factible que la escalada militar haya alcanzado el punto de no retorno.

Una progresión que no hace sino crecer desde hace meses, después de que EE UU abandonara el acuerdo internacional para evitar que Irán desarrolle la bomba atómica y de que el régimen de los ayatolás respondiera a las sanciones económicas con una serie de ataques contra intereses e instalaciones de EE UU y sus aliados en los países Golfo. La gran diferencia es que el pasado viernes la Casa Blanca, acusada de no responder con suficiente enjundia por críticos como el ex consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, eliminó al segundo hombre más poderoso de Irán.

El general Qassim Suleimani, comandante de la Fuerza Quds, rama de operaciones exteriores de la Guardia Revolucionaria y hombre esencial en el juego expansionista de Irán en Oriente Medio. Suleimani fue asesinado por un misil junto al aeropuerto de Bagdad, junto con Abu Mahdi Muhandis, jefe de las Fuerzas de Movilización Popular de Iraq, a las que se atribuyen muchos de los ataques contra EE UU en Irak, y que también resultó muerto.

Un ataque al que Irán ha respondido finalmente con el lanzamiento de misiles desde su territorio y con la firma de su ejército, sin resguardarse bajo las faldas de milicias amigas o acudir al subterfugio de encomendar las represalias a paramilitares o terroristas afines. No es la acción devastadora que algunos temían, dada la gran cantidad de opciones de Irán, pero si parece tener en cuenta el instinto de conservación de un régimen que se sabe impotente para declarar una guerra abierta a EE UU y vivir para contarlo.