27/Apr/2024
Editoriales

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Febrero 2 de 1848: Se firma en Ciudad de México el cruel Tratado Guadalupe – Hidalgo, que formalmente se llamó “Tratado de Paz, Amistad y Límites”,  mediante el cual Estados Unidos se quedó con más de la mitad del territorio mexicano. Se trata de un convenio suscrito en forma irregular y humillante, pues México estaba invadido, su ejército derrotado, y los mexicanos acalambrados por la derrota militar y moral sufrida. La humillación en el campo de batalla fue grande y ahora se repetía en forma de un tratado. Trataron de disfrazarlo como una operación de compra – venta y se suponía que pagarían los norteamericanos a México la cantidad de quince millones de pesos para legalizar “la compra” del territorio nórdico nacional. Pero Estados Unidos le “haría el favor” a México de proteger su frontera contra las invasiones de los indios bárbaros. Y ese servicio no era gratuito; cobraron lo que quisieron hasta agotar el crédito de los quince millones. Por México firmaron el Tratado: el presidente Peña y Peña; Bernardo Couto; Luis G. Cuevas, y Miguel Atristain; por Estados Unidos lo hizo solamente Nicholas P Trist. Por cierto, Trist fue misericordioso, pues en sus manos estuvo en cierto momento tomar más territorio para su país, pero se opuso a las insinuaciones de sus compatriotas, siendo cesado por el presidente Polk cuando en Washington se supo su postura de ya no abusar tanto. El Congreso mexicano tuvo que aprobar este Tratado porque estaba amagado por el ejército estadounidense, y lo suscribió hasta el 30 de mayo de ese fatídico año 1848. Las relaciones entre México y Estados Unidos acaban de revisarse con la Cumbre de América del Norte, en donde México no obtuvo nada y Estados Unidos sacó varias concesiones adicionales a todas las que ya tenía. No andaba tan perdido Porfirio Díaz cuando pronunció la frase: Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.