06/May/2024
Editoriales

Hablar mucho es peligroso

El presidente López Obrador aceptó que había sido un error suyo el dar a conocer el 24 de marzo pasado una decisión de política monetaria del Banco de México, violando la secrecía de la institución que dicta el rumbo en la delicada materia del control del tipo de cambio y de la inflación.

Los banqueros nacionales e internacionales estaban infartándose en la reunión de Acapulco porque pudo haberse derrumbado la economía nacional.

Las indiscreciones han provocado grandes tragedias históricas, pues la filtración de datos provoca que la parte afectada tome medidas que jamás hubiese tomado.

En 1438, el escritor español Alfonso Martínez Toledo escribió la obra El Arciprestre de Talavera, conocido como el Corvacho, que en uno de sus versos dice: “Guarda que dizes; que las paredes a las “ora” palabras oyen e orejas tienen”. 

Hay muchas historias y leyendas al respecto, pues saber lo que planea el enemigo es muy valioso en tiempos de guerra, por eso las funciones del espionaje son tan preciadas.

En la política -una forma de guerra- se busca saber lo que pretende hacer el enemigo, para buscar cómo contrarrestarlo. 

La leyenda de cuando Catalina de Médicis y el duque de Guisa en Francia, durante la segunda mitad del siglo XVI, instigaban a los católicos a llevar a cabo una matanza de hugonotes –los seguidores de Calvino- el 24 de agosto de 1572 es ilustrativa, pues las leyendas se crean cuando los hechos narrados tienen buen grado de credibilidad. 

Por esa mortandad se creó la frase de matanzas: “La noche de los cuchillos largos”. 

La reina Catalina sabía de los enredos y grillas palaciegas que le rodeaban y boicoteaban su plan de acabar con los hugonotes, así que mandó construir en su palacio conductos acústicos secretos para escuchar lo que se decía en los diversos cuartos de su lujoso recinto real para deshacerse de sus enemigos embozados. 

La frase de La Noche de los Cuchillos Largos-1 de julio de 1934- también se atribuye a Adolfo Hitler quien realizó una purga entre militares que regateaban su liderazgo. Eran dirigidos por Ernst Röhm, a quien el entonces canciller Hitler detestaba porque sus espías le informaban de sus comentarios y planes para desaparecer las SA del nazismo.

Si la información de lo que iba a suceder se hubiera filtrado, ninguno de los militares hubieran dormido en el hotel hasta donde llegó personalmente Hitler a ejecutarlos.

Podría parecer una exageración comparar estos eventos que se apoyaron en infidencias, con la indiscreción del presidente López Obrador.

Pero está fresco aún el recuerdo del ‘error de diciembre’ de Ernesto Zedillo en 1994 cuando cometió la cándida indiscreción de decirle a unos empresarios que en unas horas más devaluaría el peso pues, en cuestión de minutos, el país se quedó sin reservas en dólares con lo que nos hundimos económicamente.