28/Apr/2024
Editoriales

Si no le agrada el clima de Monterrey, regrese mañana

 Nuestra Ciudad es famosa por la laboriosidad de su gente, por sus prestigiadas Universidades, por sus grandes equipos deportivos, por sus 7 Maravillas Históricas, sus instalaciones industriales, y por su clima extremoso. Hoy día estamos ‘disfrutando’ de temperaturas extremas que nos pueden provocar serios trastornos respiratorios. 

Echémosle una vista al origen de su extremoso clima. Las ciencias ambientales nos pueden ayudar a entenderlo, pues la última glaciación terminó hace 11 mil años. Y a partir de entonces la temperatura global ha ido en aumento de forma natural, pero la revolución industrial del Siglo XVIII -que aquí después anidó- incrementó la concentración de gases invernadero acelerando el incremento de la temperatura hasta llegar a niveles peligrosos para la vida, si consideramos la contaminación ambiental.

Pero antes, en un breve tiempo -tres siglos- sobrevino la llamada ‘Pequeña Edad del Hielo’, un periodo frío entre 1550 y 1850 que interrumpió el proceso de calentamiento de la Tierra, y tuvo tres puntos máximos de frío: en 1650 -Mínimo de Maunder, el más estudiado de 1645 a 1815-, otro más en 1770, y el último en 1850. 

Este excepcional frío coincidió con los primeros años de la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey, fundada en 1596. Sin embargo, su clima extremoso no es un efecto de esta etapa cronológica, sino de los siguientes factores: su ubicación en el grado 25º de latitud norte, que corresponde al Cinturón de Desiertos (15º a 30º Norte), que inicia en lo que hoy es García y Mina. 

Y este famoso Cinturón de Desiertos es modificado por: la Sierra Madre Oriental que atrae humedad a la región; más la cercanía a las costas del Golfo que son paso natural de tormentas y huracanes; además de las continuas masas de aire helado provenientes de las grandes llanuras centrales de Norteamérica y del Polo Norte.

Semejante perfil geográfico (ubicación, relieve, e hidrografía) es el origen de las temperaturas máximas de 47º y mínimas de -6º en los puntos extremos. Es decir, Monterrey está en el semi desierto pero también es paso de ciclones y aires helados. Aunque estos elementos no hayan variado, sin embargo en el año de 1600, las temperaturas eran notablemente menores. Las máximas eran de 39º y mínimas de -14º, es decir, era una Ciudad ciertamente extremosa, pero menos caliente.

Además aquellas temperaturas provocaban en invierno la caída de nieve -línea nival-, sobre la cota de los 700 metros SNM (Sobre el Nivel del Mar), por lo que seguramente las cimas de las montañas de la Sierra Madre, el Cerro de la Silla y de las Mitras se cubrían de nieve, con heladas frecuentes en la Ciudad.

Por ejemplo, sabemos de una helada en 1662, y otra en 1786 registrada en el Archivo Histórico de Monterrey gracias a que el alcalde de Cadereyta informó al gobernador del Nuevo Reino los daños causados por el conocido fenómeno.

“(1786) contestación del alcalde mayor de la villa de Cadereyta, Vicente Treviño, en la cual le comenta al gobernador de la Provincia sobre los pocos atajos que hay en esta villa y que acaban de venir maltratados y flacos por las heladas”. 

Desde luego que había, como ahora, inviernos muy fríos, y otros casi imperceptibles. Pero al margen de las excepciones mencionadas, a lo largo de su historia, Monterrey se ha ido calentando igual que el resto del mundo, aunque este invierno que recién inicia es precedido por señales de que será el más crudo de este milenio.

La nuestra sigue siendo la hermosa Ciudad moderna que al turista que no le agrade su clima, debe irse y regresar al día siguiente cuando habrá otro, absolutamente disímil.