01/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

 

Febrero 28 de 1991: muere en Cuernavaca a los 71 años de vida, el gran caricaturista regiomontano Abel Quezada Calderón. Nació en Monterrey en 1920, llegando a ser uno de los más influyentes caricaturistas o “moneros” en la historia de México.

Por razones familiares, Quezada estudió sus primeras letras en colegios particulares de las ciudades de Parral y de Chihuahua, de donde regresó a los 14 años para ingresar a la Escuela “Álvaro Obregón” recién inaugurada. Al año siguiente estudió Comercio y Administración en San Luis Potosí, y al poco tiempo conoció en Ciudad de México al creador de “Los Super sabios” Germán Butze, quien le inspiró para iniciarse en el arte de la caricatura. Sin embargo, hubo de desempeñarse en otras actividades aunque en paralelo, dibujaba sus ideas, publicando sus dos primeras historietas llamadas “La mula maicera” y “Primo Becerra”.

En 1943 conoció al periodista Manuel Marcué Pardiñas, quien apreció su talento y le aconsejó que se dedicara a la caricatura, por lo que nuestro paisano se fue de nuevo a la Capital en donde se colocó en el periódico “Ovaciones”, publicando sus críticas en la revista “Pinocho”. En 1946 participó en un concurso internacional de anuncio comercial para un dentífrico en Nueva York, y ganó el primer lugar, yendo a recoger el premio le gustó el ambiente y allá se quedó, montando su oficina en un teatro de Broadway, donde se internacionalizó. Su vida era muy rica en experiencias regionales y nacionales, y le incorporó una visión internacional a sus monos.

En Nueva York casó con Yolanda Rueda, procreando de 1952 a 1956 a sus tres hijos Abel, Marta y Josefina. La Revista Ovaciones lo contrató como editorialista gráfico de la cadena García Valseca, y se regresó a México. De 1951 a 1954 escribía y producía desde el Edificio de la Lotería Nacional el programa televisivo Rayo Veloz, y en 1954 creó al famoso ‘Charro Matías’. Por veinte años -De 1956 a 1976- publicó en el periódico Excélsior hasta que el Gobierno dio el histórico golpe al equipo de periodistas que conformó Julio Scherer, cuyo monero estrella era nuestro paisano Abel Quezada. En dos décadas tuvo nuevos personajes: El Tapado, La Dama caritativa de Las Lomas y Gastón Billetes. De inmediato fue contratado por Novedades, y en 1980 ganó el Premio Nacional de Periodismo, lo que derivó en una invitación del semanario The New Yorker. En 1985 expuso tanto en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo, como en el Museo de Arte Moderno de México. Por cuestiones de salud, en 1989 se retiró a la vida privada y la revista Artes de México publicó un resumen de su trabajo editorial. Hasta ahora no conocemos a otro talento del tamaño del gran Abel Quezada.