02/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Enero 3 de 1979: muere a los 88 años el gran escultor y pintor regiomontano Fidias Elizondo Cruz. Nacido en nuestra Ciudad en 1891, es un ejemplo de la influencia que tienen los nombres en la vida de las personas, pues Fiidias descubrió su vocación artística siendo apenas un niño que trabajando en un taller de mármol local, supo que se llamaba igual al famoso escultor griego.

Esto lo estimuló y cuando tenía escasos 17 años se mudó a la Ciudad de México para inscribirse en la Academia de San Carlos, en Coyoacán, en donde tenía de maestros a Daniel del Valle, Adrián Unzueta, Andrés Ríos y al también nuevoleonés Alfredo Ramos Martínez.

Se desarrolló artísticamente en una generación de grandes intelectuales, como lo fueron Fermín Revueltas, Clemente Islas y Ernesto García Cabral. Cuando completó 22 primaveras, se fue a Francia en donde le sorprende la Primera Guerra mundial, y coyunturalmente se convirtió en mecánico de instrumentos bélicos. Después se fue a Portugal y de ahí a Argentina para, en 1921, regresar a México. Daba clases de dibujo y pintura en la misma Academia de San Carlos, y colaboraba con su maestro, el pintor Alfredo Ramos Martínez en la Escuela de Pintura de Coyoacán.

Sus trabajos artísticos se encaminaron más a la escultura tomando fama rápidamente por sus obras de gran calidad. La más espectacular de todas es el Cristo Rey, de 20 metros de altura realizada en bronce, ubicada en el cerro del Cubilete en Guanajuato. Es toda una atracción artística popular que ha sido admirada por propios y extraños que se compara con obras de la talla del Cristo de Río de Janeiro. Además, el Vía Crucis en el panteón Jardín en San Ángel de la ciudad de México; y entre otras, el Fray Juan de San Miguel, en San Miguel de Guanajuato, en bronce. Aquí en Monterrey tiene bellas obras como las puertas de acceso al Sagrario de la Catedral, y de su trabajo escultórico destaca La Ola y La Primavera, ambos en bronce; la Ventana al Infierno, y La india, tallados sobre madera. Su obra forma parte de la colección permanente de la Pinacoteca de Nuevo León y de Conarte, y es un orgullo ver su nombre entre los más grandes escultores de México.