28/Apr/2024
Editoriales

Cuentete El diablo viejo

Un político jubilado tenía el respeto de los jóvenes que gobernaban su pueblo.

Le invitaban a los eventos cívicos y políticos, le enviaban un telegrama en su cumpleaños y en navidad un regalo, casi siempre con su nombre grabado recordándole que había sido alcalde.

Hasta que llegó a gobernar el más joven de todos y cambió el trato.

_Don Joaquín, ¿no va a asistir a la sesión del cabildo? Preguntó una muchacha que pensaba verlo como siempre en primera fila.

_No, me duele un poco la cabeza, dijo el viejo político; le dio pena evidenciar que no había sido invitado.

Y así se agotó el calendario cívico anual sin que don Joaquín fuera requerido.

_Señor alcalde, dijo un regidor, hemos tenido una omisión recurrente pues desde que usted gobierna, no invitan a don Joaquín a los eventos.

_No es error, ese hombre no tiene nada que aportar; sus mejores tiempos ya pasaron, dijo el joven alcalde.

Al iniciar el segundo año del alcalde, los programas de gobierno comenzaron a ser rebasados por las exigencias de la población, sobre todo de los más necesitados.

_No les entiendo, dice el alcalde, más tardan en solicitar algo, cuando se los estoy dando y aún así, protestan.

Las protestas continuaron creciendo y al poco tiempo la ingobernabilidad amenazaba al municipio, por lo que citó de urgencia a sus asesores y al cabildo.

Expuesto el problema, un regidor dijo que deberían llamarle a don Joaquín, para ver qué aconsejaba, pues su experiencia era grande.

El alcalde, con la pena, reconoció que había sido grosero con el viejo político, pero aceptó que le llamaran a que lo asesorara en ese grave problema.

Don Joaquín fue, y luego de escuchar el planteamiento, pidió que estuvieran presentes todos los regidores, lo cual se hizo.

_Bien señores, dijo don Joaquín, entiendo que el problema es que la gente protesta a pesar de que se les cumple todas sus exigencias ¿Cuánto tiempo pasa entre que solicitan y se les concede? Preguntó el viejón.

_El mismo día se cumple lo que acuerdan con el alcalde, respondieron.

_Ése es el problema, dijo Joaquín, de hoy en delante, al término de la audiencia, todos saldrán a descansar un par de días y a su regreso surtirán los materiales acordados.

_Pero así puede complicarse más, interrumpe el alcalde.

_¿Me van a hacer caso o no? Preguntó molesto don Joaquín.

Nadie contestó, considerándose como afirmativa ficta, así que la reunión acabó y se hizo lo que aconsejó el Viejo político.

El primer día sin haber entregado lo pactado, los manifestantes presionaron mucho y el alcalde le llamó a preguntarle si debían continuar con la estrategia porque las protestas tuvieron ese día un tono inusualmente agresivo.

_Desde luego que sí, ceder a las presiones significaría perder la gobernabilidad.

Al siguiente día, como por arte de magia, las protestas disminuyeron y el alcalde le volvió a consultar, preguntándole qué estaría sucediendo, que si no sería preludio de un rompimiento total entre la multitud y el gobierno.

_No, al contrario, creo que mañana al recibir sus materiales estarán agradecidos.

Y así sucedió, la gente necesitada daba las gracias cuando se les entregaba lo acordado, algo inusual, pues antes lo tomaban como obligación.

Resuelto el problema, en la siguiente reunión, el alcalde reconoció la valiosa ayuda de don Joaquín y pidió explicara cómo identificó esa estrategia.

_Es fácil, claro que pudo fallar y en ese caso, se aplicaría otra fórmula, pero en principio es importante que la gente dude que va a recibir los apoyos, pues si los sienten muy seguros, no los aprecian debidamente.

El diploma que entregaron a don Joaquín decía: Más sabe el diablo por viejo, que por diablo