18/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Diciembre 11 de 1881: se inaugura el alumbrado público eléctrico en las principales calles del centro histórico de la Ciudad de México. Se trataba del primer sistema de iluminación para calles en una ciudad mexicana (de los primeros en el mundo), y tuvo que ser en la Capital del país, en donde a partir de ese momento, la vida nocturna de México se modificó para abrir paso a espectáculos como el Teatro que, si bien ya existían varias salas que ofrecían obras teatrales del primer orden, la asistencia del público era muy limitada, pues los carteristas y los criminales hacían su agosto apoyados básicamente en la sibilina oscuridad que les protegía.

El geógrafo más destacado del siglo XIX, Antonio García Cubas, se refiere al hecho mencionado de alumbrar la Ciudad de México en su ensayo “México de Noche”, en donde se refiere a la hermosa reina de Anáhuac que se hallaba sumergida en las tinieblas de la noche, hasta que los torrentes de luz que despedían los lujosos aparadores de los comercios y los focos eléctricos con los que el ayuntamiento favoreció a nuestra bella ciudad Capital. Los ladrones y pendencieros satisfacían impunemente sus perversas inclinaciones por la densa oscuridad que reinaba en plazas y calles, después de la hora de queda, en que se apagaban los hachones de una que otra casa rica.

Este texto explica el júbilo que causó la puesta en marcha del alumbrado público, y hasta la actualidad, la seguridad en las calles de nuestras ciudades depende, en buena medida, del alumbrado público, pues el limitado trabajo de los serenos que portaban silbato, arma y una lámpara, encendían las escasas luminarias de gas o de algún líquido combustible distribuidas en las grandes ciudades mexicanas, dejó de ser indispensable.