02/May/2024
Editoriales

Maximiliano y Carlota

Ayer por la noche asistí al Teatro de la Ciudad para ver la obra Maximiliano y Carlota escenificada por el Ballet de Monterrey. La trama, aunque conocida por los interesados en la historia nacional, y los lectores de las novelas históricas que describen poéticamente a esta pareja de jóvenes de la realeza europea, sigue siendo atractiva porque cada vez hay más versiones desemejantes de sus sinuosas vidas.

Quien concibió la idea de montar la obra fue Gerardo Páez, quien además escribió el libreto que contiene una buena dosis de veracidad histórica, desde luego con la natural proclividad a enaltecer a los representantes de la Casa Habsburgo quienes vinieron a sobajar a los mexicanos de la época juarista, pero que finalmente lo pagaron caro.

La obra consigue por conducto de la danza que el público disfrute de la historia, con su clásica belleza de posiciones estéticas plenas de movimientos artísticos.   

Y como no puede haber buena danza sin una buena música, el trabajo de Caleb Ruiz y Alejandro Vera, interpretado por la orquesta de Felipe Tristán lució, recibiendo el aplauso del público.

En cuanto a la coreografía, su actuación hace de la obra una delicia, pues el brasileño Thiago Soarez apoyó con toda su experiencia, mientras Luciano Perotto, Katia Carranza, Olivia Quintana, Abigail Miranda, Brial Ruiz, los solistas Leslie Fuentes, Melisa Páez, Vladimir Piedra, Armando Medina como Benito Juárez, y muchos otros artistas interpretaron magistralmente a sendos personajes históricos. 

Soy aficionado a la novela histórica y anoche me sentí estar leyendo una que, a sabiendas del contenido, aprendí un dato interesante: que la chica mexicana de la que el príncipe europeo se enamoró se llamaba Concepción, la hija de un simple jardinero.

Nuestra Ciudad no recibió jamás una visita imperial, contrario a Juárez quien vivió en Monterrey desde principios del mes de abril hasta mediados de agosto del año 1864.

Sin embargo, la Ciudad estuvo gobernada intermitentemente por los franceses, y su talante como ejército invasor fue muy diferente al norteamericano que estuvo en esas mismas condiciones en el lapso de 1846 a 1848.

Porque los franceses nos legaron el gusto por el arte, varios platillos que ahora son parte de nuestra gastronomía, instrumentos musicales que hoy son típicos de nuestra música regional, elementos que coadyuvaron al enriquecimiento de nuestra cultura.

Todo ello seguramente influyó en que las funciones del Ballet de Monterrey con la obra Maximiliano y Carlota fueran tan concurridas.