Local

Narra Lupita Meza las humillaciones y groserías que vivió en 9 incursiones al penal del Topo Chico de los años 80s como reportera (II)

 

Segunda de Tres….

La periodista Lupita Meza con más de tres décadas de carrera vivió una serie de  anécdotas  en el penal del Topo Chico; las historias que conoció las dejó plasmadas en el periódico El Porvenir; suplantó al familiar para poder ingresar pero estando frente al reo, su interés por conocer qué provocó un motín en 1985 la llevó a conocer detalles inhumanos adentro del Cereso cerrado el pasado 30 de septiembre por el gobierno de Jaime Rodríguez Calderón. Hoy cuenta quién tenía el control; cuánto pagaban los reos.

 

Una vez que pasaba las revisiones groseras, humillantes, de  rudeza, tristes y  de impotencia, sentir lo que le hacían y ver a otras mujeres  cómo las auscultaban y escuchar que había reos que les pedían a sus familias que no fueran para que no pasaran esas revisiones, que después entendió que eran porque algunas  en sus partes íntimas se introducían droga; dejaba atrás el miedo y el nerviosismo porque lo que seguía era estar frente al reo.

 Por supuesto que el preso quedaba sorprendido porque quien estaba frente a él era una desconocida,  pero  tranquila y sin demostrar miedo y nervios para no ser descubierta.

 Platicaba con el presidiario a quien le contaba cómo logró acercarse a él; y así comenzó  la recopilación de su información, recordando que la primera que le dio la oportunidad fue una señora de 70 años que su hijo estaba interno por vender droga.

 

Y cómo le hacía si no traías grabadora…

 

Estando frente al reo le confesaba que era reportera que si quería platicarme  qué sucedió en el motín, pero  era lógico que  algunos no quisieron hablar  porque tenían miedo,  pero sí accedieron a conversar  de otros temas, recuerda.

 

 …y es cuando documenta las condiciones en que vivían, qué hacían para sobrevivir, cómo los castigaban, cómo perdían sus derechos  por desconocimiento y el  pago que  precisamente hacían  para sobrevivir y no ser abusados ..

 

Todo tenía que memorizarlo porque  tan pronto terminaba la charla de varios minutos, lo que seguía era al salir, recoger su grabadora y platicarle lo que conversaba con el reo para que no se me olvidara.

 

“Me platicaban que incluso tenían que pagar para tener un pase para tener visita  conyugal, era un negocio con los celadores., ellos a veces pagaban 20 pesos, pero eso era hace 33 años .. y muchas cosas que vi en esas entrevistas claro que el precio era pasar por esa revisión”.

 

Y cuando estaba frente al reo, ¿qué sucedía?

 

Sí se sorprendían los reos –

 

Pero ella se encargaba de aclararles dudas y convencerlos de que le platicaran cosas con la promesa  de que sus nombres no se publicarían, ni de sus familiares.

 

“Les decía que además era su oportunidad de decir lo que quisieran, al principio sí había resistencia y me decían hay muchas cosas que no podían decir; además el lugar donde estaba con ellos no era seguro antes me dieron esa información… Yo tenía que actuar muy natural para no darles problemas, pero había algunos que tenían miedo”.

 

La verdad  es que si te pega escuchar esas historias confiesa…;   recuerda que  la dividía  una barandilla, no había privacidad para platicar por lo que también escuchaba las historias de a lado.  

 

 

Otras cosas que vi es que nadie sabía de sus derechos, recordó.

 

 “Sí había beneficios pero había que pagar por ellos ..y bueno muchas historias que al final sí me dijeron que había habido un motín por cuestiones de poder pero no había los grupos que hoy hay y bueno  en esos territorios se hacían leyes de grupos y los reglamentos eran letra muerta.

 

 En aquel tiempo el control, plática,  lo tenía los celadores, no los grupos delincuenciales que eran diferentes a los que hay hoy por eso tenían que estar bien con ellos (celadores) y eran ellos precisamente quienes les vendían la droga que consumían, esas también son historias recabadas, en el serial de cuatro reportajes que publicó entre noviembre y diciembre de 1985.

 

 

CONTINUARÁ….¿cómo la descubrieron?