03/May/2024
Editoriales

¿Y si en vez de refinerías fabricamos buldóceres?

 

 

 

 

El avance tecnológico en equipos de construcción de vías terrestres es impresionante. Las modernas máquinas pavimentadoras para extender concreto hidráulico o mezcla asfáltica son sumamente sofisticadas, con equipos de control computarizados que permiten avances rapidísimos en tramos largos. Las nuevas motoniveladoras son gigantescas y tienen además de la cuchilla clásica colocada al centro del arco, un escarificador atrás y una pala topadora adelante. Las excavadoras son monstruosas y súper potentes; las compactadoras vibratorias, impresionantes, con una hoja niveladora adelante. Los tractores de orugas parecen extraterrestres con remilgadas cadenas de triple Catarina. Todas estas máquinas tienen cabinas para los operadores súper cómodas, como si fueran automóviles, con asientos multi posicionales, aire acondicionado y otras comodidades.

Es inevitable la comparación entre los tamaños y características de los equipos actuales con los que utilizábamos a principios de los años setenta. En automático brota una sonrisa, porque aquellos equipos eran casi llaveros comparados con estas maquinotas. 

Cómo disfruté ayer el recuerdo de mi primer bulldozer usadísimo -más que usado- que pude comprar cuando tenía un lustro construyendo vías terrestres. Esa era y sigue siendo una de las máquinas icónicas del oficio constructivo, así como la motoniveladora y la retroexcavadora. Quien tenía en aquellos años estas máquinas, podía hablar fuerte en los concursos de obras públicas y privadas. 

Pensar que apenas un siglo antes, en los Estados Unidos de 1870, comenzaban a trabajar las mentes de los ingenieros para crear máquinas que comenzaban a utilizar unas palas tiradas por caballos para despalmar y remover tierra. 

Y no fue sino hasta que, iniciado el siglo XX, Benjamín Holt, quien fundaría la Caterpillar Tractor Company, adaptara un motor de vapor a una oruga de tracción, iniciando el proceso de modernización del equipo constructivo. 

En 1923 se le colocó una pala en el frente de la máquina y, en 1931 se le instaló un motor diésel, obteniéndose así el primer modelo de bulldozer. 

Al término de la segunda guerra mundial se requirieron muchísimos buldóceres para la reconstrucción de Europa. Y vale por cierto, preguntarnos a qué se deberá que Japón, tras perder la II Guerra mundial, haya construido un bulldozer submarino controlado por robots, que puede abrir túneles en el fondo del mar.   

Mientras nosotros, que ganamos la guerra, seguimos endeudándonos por construir refinerías que el mundo quiere desaparecer porque contaminan mucho al refinar combustibles fósiles del siglo XX.

Tenemos todo para que las modernas máquinas de construcción fueran marca Gansomex.