23/Apr/2024
Editoriales

El antisemitismo y la xenofobia

 

Por razones que no acabo de entender cabalmente, el sentimiento antisemita es muy antiguo. Los reinos de Aragón y Castilla, Cataluña y Navarra, eran antisemitas. Leí que en ciertos pueblos siberianos conviven en paz los judíos con los cristianos ortodoxos, pero un día, sólo uno, se celebra la divertida fiesta de “apedrear al judío”, y al siguiente día regresa la convivencia normal.

Cuando los reyes católicos Fernando e Isabel acabaron con los árabes en España, echaron al mar a los judíos. Desde luego que éstos sólo cambiaron su sede y continuaron haciendo negocios en los Países Bajos, por lo que Holanda se convirtió en una de las potencias del siglo XVII, con la participación de los capitales judíos, y pensadores de la talla de Erasmo de Rotterdam, Spinoza y otros refugiados.

Es lugar común atribuir a Hitler la Segunda Guerra Mundial, por su odio antisemita, y se olvida mencionar que era evidente su ambición de dominar el mundo, y desde luego, también exterminar al mayor número posible de judíos. Los grandes capitales amasados por los judíos en el mundo, hicieron posible que el 10 de marzo de 1994, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU condenara en Ginebra, el antisemitismo, considerándolo como una de las formas más crueles de racismo. Aunque luego de varias semanas de negociaciones, la Comisión incluyó la xenofobia, la intolerancia y toda forma de discriminación contra los negros, árabes y musulmanes, por gracia de las presiones encabezadas por Turquía.

Trascendió que Nigeria se encargó de presionar para que se incluyera el término “negrofobia” en el dictamen. A partir de ese momento, el relator especial encargado de analizar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y otras formas de intolerancia, presenta informes anuales a la asamblea de la ONU para que se tomen las medidas pertinentes en cada caso que se presenta de violación a estas medidas. Parece mentira que hayan tenido que pasar tantos siglos para que un organismo mundial reaccionara –con fuertes presiones de los afectados- para que los humanos aceptaran a sus semejantes.