27/Apr/2024
Editoriales

Miguel Hernández

De los poetas españoles que no salieron de España, y decidieron combatir a Francisco Franco en las filas del ejército republicano, mención especial merece Miguel Hernández , que como a muchos escritores, hasta hace poco se les reconoce en su País. A raíz de la musicalización de algunos de sus poemas realizados por Joan Manuel Serrat, que tuvo la valentía de rescatar en 1972, todavía con Franco en el poder, algunos de sus más bellos poemas,  como “Las nanas de la cebolla”, que escribió el poeta cuando recibió en la cárcel, donde estaba recluido, una carta de su esposa Josefina Manresa, con quien se había casado el 9 de marzo de 1937, en la que le decía, que sólo tenía para comer cebollas.

 

“En la cuna del hambre

Mi niño estaba.

Con sangre de cebolla

Se amamantaba”

 

Todavía no se revelan muchas incógnitas sobre la vida de Miguel Hernández, nacido en Orihuela, provincia de Alicante, a orillas del río Segura, el 30 de Octubre de 1910. Vivió en la calle de Obreros y desde muy pequeño, se dedicó al pastoreo (cabrero) y mientras cuidaba sus cabras, leía o hacía sus primeros poemas.

 Poeta precoz, a los 15 años abandona la escuela de jesuitas, pero no los libros y en las noches serenas y limpias de Orihuela, comienza a escribir  versos, que dan lugar a  su primer libro de poemas “Perito en lunas” (1933), prologado por su entrañable amigo Ramon Sijé también de Orihuela pero de mejor posición económica quien poco tiempo después fallece a los 21 años y al que Miguel Hernández le dedica la “Elegía a Ramón Sijé, un grito desesperado evocando al amigo inseparable”:

 

“Un manotazo duro, un golpe helado

Un hachazo invisible y homicida

Un empujón brutal te ha derribado”

 

Perteneció a la llamada generación del 27, aunque algunos críticos también lo ubican en la generación del 36 ya que combatió en el Frente Republicano y sobrevivió a la derrota, regresó a su pueblo donde fue aprehendido por la guardia civil, puesto preso y torturado hasta casi morir.

 Antes, había compuesto obras de teatro y escrito su obra “Vientos de Pueblo” (1937) que corresponde a su segunda etapa poética considerada por muchos como “poesía bélica de urgencia” .

 Al ser derrotados los republicanos, por decreto franquista fueron quemados todos sus libros, toda su valiosa obra, pero manos piadosas, lograron rescatar dos copias de cada libro y se pudo publicar primero en Buenos Aires y muchos años después, en España.

 Terminada la guerra, fue hecho prisionero en 1939 y pasa el año en diferentes prisiones, hasta que Pablo Neruda, a través de un cardenal, logra que lo dejen salir para regresar a su querida Orihuela, donde un habitante lo denuncia y vuelve a caer preso, torturado y sentenciado a muerte. Se realizan gestiones por todos los medios y gracias a su amigo Luis Almarcha Hernández, se consigue conmutar la pena a 30 años de prisión. Comienza otro calvario al pasar de la prisión de Palencia a Toledo y terminar en la de Alicante. Nunca dejó de escribir, aún en la cárcel, un martirio para el amante de la libertad, como el poema “El herido”, de su último libro “El hombre acecha”:

 

“Para la libertad sangro, lucho, pervivo.

Para la libertad, mis ojos y mis manos,

Como un árbol carnal, generoso y cautivo,

Doy a los cirujanos”.

 

 El poeta del pueblo y de la tierra, pasa sus últimos días en una cárcel de Alicante, no quisieron curarlo, comenzó con bronquitis para terminar en tuberculosis. A punto de morir, contrajo matrimonio eclesiástico para evitarle problemas futuros a su esposa. Porque en el régimen franquista, el matrimonio civil no era válido. Murió la madrugada del 28 de marzo de 1942 en la enfermería de la prisión a los 31 años de edad, solo acompañado del recluso Joaquín Rocamora quien no pudo cerrarle los ojos.

 

“Cantando espero la muerte,

Qué hay ruiseñores que cantan

encima  de los fusiles

Y en medio de las batallas”.