Editoriales

El voto combate a la tristeza

Qué pena y tristeza dan cuando vemos a nuestro México hostigado por tantos males juntos.

La pandemia y otros graves problemas de salud sin una atención médica adecuada; la creciente inseguridad; el desempleo; la corrupción, y la enorme desigualdad social que nos caracteriza como nación la destruyen.

Ciertamente el nuestro viene de ser un país pobre en desarrollo, que no ha alcanzado sus metas por causas varias en donde destacan la desorganización, la pobre educación y los malos gobiernos.

Sin embargo, ahora se multiplica el número de pobres e indigentes, los desempleados, y los pobres de autoestima que, además de la alacena vacía, sienten hueca su alma. 

Da pena y tristeza la opulencia insensible de los pocos ante las necesidades de sus muchos vecinos pobres. 

México requiere de equilibrios hasta en el peso corporal: numerosos mexicanos son gordos por la ingesta de comida chatarra y la vida sedentaria, mientras otros están gordos por excesos de manjares consumidos y para adelgazar entran al quirófano.

Hay pobres que se disfrazan de ricos, vistiendo ropa de marcas piratas que dura un par de lavadas, mientras hay ricos que usan ropa cara, de mezclilla pre lavada con girones, para disfrazarse de pobres.

Hay niños pobres que juegan a disparar chispas con armas de plástico como si fueran balazos; mientras los niños ricos a disparar bombas desde aviones simulados en sus tabletas Ipad II. 

Y nosotros somos culpables en cierta medida de lo que pasa, porque vemos signos de protección en el arma de un rico y peligro en el arma de un pobre.

Porque ya dejamos de ver a los niños ricos como personas carentes de cosas que no se compran y son las mejores, como el amor y los tiempos de convivencia familiar.

Porque permitimos que el gobierno haga y deshaga a su gusto nuestras instituciones, pues no tiene contrapesos reales. 

Afortunadamente hay ricos conscientes de la realidad entendiendo que actuar con egoísmo, es viajar en el mejor camarote de un barco que va a naufragar.

Debo dar fe de que existen ricos que apoyan la cultura y el deporte con filantropía.

Pero en donde no hay idea de un sistema de pesos y contrapesos es en el gobierno que confunde los estímulos al pequeño empresario con dádivas de algún dinerito para que pueda comer aún cerrando su negocio.

Es triste ver mexicanos pensando que el problema del vecino, es ajeno; que desperdician la colosal fuerza común, por tener migajas de fuerza propia.

Si no se comienza por ejercer el derecho a votar seguiremos cayendo cada vez más abajo como nación.

El primer paso para recuperarnos es instalar un gobierno con verdaderos contrapesos, y los siguientes pasos vendrán solos.