19/Apr/2024
Editoriales

Lecciones simples de la vida

Un hombre bueno y rico visitó a su hermano que tenía tres hijas y quien, como su negocio no iba del todo bien, batallaba para darles a ellas lo que necesitaban. Luego de platicar amenamente con su hermano llamó a sus sobrinas y les dijo que les regalaría a cada una de ellas un perfume muy caro y sin decirles más se los entregó y se retiró a su casa. Las tres abrieron el frasquito y lo olieron, gustándoles el aroma. Dos de ellas guardaron su perfume como algo muy valioso pensando en que algún día podría servirles para salir de un apuro económico, o simplemente untárselo en alguna ceremonia especial, como por ejemplo, cuando se casaran. La tercera lo abrió y se ponía todos los días unas gotitas del valioso perfume. Al paso del tiempo una de las hermanas tuvo un apuro económico y fue a buscar el perfume, pero nunca lo encontró, pues su familia había mudado de casa y todo estaba revuelto. Después, la otra se iba a casar y abrió su frasquito de perfume para ir al altar oliendo bonito, pero se llevó la sorpresa de que ya se había evaporado. Sólo la hermana que usaba su perfume todos los días lo disfrutó, y como su aroma era muy agradable, le ayudó a que su vida tuviera grandes satisfacciones con un buen empleo y una boda bonita. Los bienes son para disfrutarse pues no se sabe cuál será el destino de ellos ni del propietario.