01/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

1946: Nace en Monterrey el famoso diestro y matador de toros Manuel Martínez Ancira “Manolo Martínez”. Fue hijo del ingeniero civil Manuel Martínez Carranza, fundador de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad de Nuevo León, -uno de sus primeros directores-, y de doña Virginia Ancira. Manolo era sobrino-nieto del presidente de México Venustiano Carranza quien, paradójicamente, prohibió las corridas de toros durante su gobierno de 1914 a 1920. El joven Manuel practicó la charrería y el toreo de vaquillas en un rancho propiedad de uno de sus hermanos en Múzquiz, Coahuila. Estudiaba Agronomía cuando sintió el llamado del Toreo profesional. Debutó en noviembre de 1964 en la Plaza de Nezahualcóyotl, EDOMEX, alternando con Ramón Llano, Alberto Cossío, y Antonio Guzmán. Luego toreó en la Plaza México alternando con Manolo Rangel y Curro Munguía.

Hasta que en Monterrey le dio la alternativa Lorenzo Garza, quien regresó a los ruedos sólo para ello. La corrida fue en noviembre de 1965 siendo testigo Humberto Moro. En Venezuela toreó 65 tardes y confirmó su alternativa en la Plaza México en febrero de 1967 con el español Juan García “Mondeño” como padrino, y el mexicano Mauro Liceaga de testigo. En España debutó en junio de 1969, alternando en la plaza de Toledo con Antonio Ordóñez y Paco Camino. En tres plazas españolas fue cogido por sendos toros: Bilbao, Murcia y Cáceres, impidiéndole cumplir con sus contratos en la Madre Patria. En 1970 confirmó su alternativa en Madrid, resultando poco atractivo su estilo y ya no regresaría a España hasta 1974 en Marbella y en 1978 en la Feria de Abril de Sevilla. En 1982 Manolo Martínez se retiró de los ruedos, pero en 1987 regresó a la Fiesta Brava para, en marzo de 1990, tener su última corrida en la Plaza México. Murió de cáncer en el hígado hospitalizado en La Jolla, California el 16 de agosto de 1996, cuando tenía apenas 50 años de vida. Manolo Martínez, junto a Lorenzo Garza y Eloy Cavazos hizo que Monterrey sonara fuerte en el mundo del toreo, actividad artística que tiene ahora muchos detractores a quienes se les debe respetar su forma de pensar. Pero también se nos debe respetar a quienes nos gusta la fiesta brava; así es la democracia.